Carta abierta a un catedrático de filosofía y comunicación
Carta remitida a D. Felicísimo Valbuena, Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid.
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Mire usted, Señor Valbuena, a ver si nos vamos enterando.
Los controladores no somos funcionarios, al revés que usted, que si que recibe su sueldo de los contribuyentes, por ser catedrático.
Un controlador cobra del importe de un billete de avión. Concretamente, a un pasajero el sueldo de todos los controladores que llevan su vuelo le cuesta unos 4 euros (por ejemplo volando a Londres, ida y vuelta, pasa por unos 25 controladores en España). Usted paga de buena gana los 30 € al taxista que le lleva al aeropuerto, ¿y cuestiona usted el pagar 4 € para que su vuelo sea controlado? Curiosa forma de pensar la suya.
Si un ciudadano no vuela, no paga a los controladores. El sueldo de un controlador está fijado por ley en el BOE, pero no sale de los presupuestos generales del estado. Por tanto, los sueldos de los controladores no aumentan la deuda de España ni la de las compañías aéreas.
Por comparación, es como si yo critico el precio del alquiler de unos esquís en Navacerrada, no siendo como soy esquiador, y no siendo esto suficiente, abolo los derechos laborales del tipo de la tienda de alquiler, le saco un decretazo, y pregono que es por el interés general.
La bajada de tasas de 84 a 72 euros, “argumento” falaz que emplean Aena y Fomento, le va a suponer al pasajero una reducción del billete de unos céntimos, y eso si es que se lo llegan a trasladar al importe del billete. Las famosas tasas las cobra Aena a las compañías aéreas, no al ciudadano español. Las compañías, a su vez, le cargan al pasajero esa cantidad proporcional. Es como el IVA, una transmisión contable. No afecta a la cuenta de resultados de una compañía aérea.
Otra cosa es que Aena realice prácticas contables exóticas, por ser el único prestatario de servicios de navegación aérea que además es propietario de los aeropuertos, y pretenda financiar cosas sin sentido con las tasas.
Sin embargo, si un ciudadano no va a la universidad, si que está pagando su sueldo de catedrático. Yo, con mis IRPF, estoy pagando su sueldo.
Usted no es quien para decir cuanto debe ganar un controlador. Si entra usted en esa materia, ya habla de más. Yo no opino sobre lo que gana usted, y no entro a valorar si es mucho o poco. Tampoco entro a valorar su productividad, aunque si quiere abrimos ese debate, en cuyo caso sea tan amable de indicarme su tasa de productividad científica, el número de publicaciones/año y su sueldo, para hacerme yo una idea de su productividad y de cuanto le cuesta usted a España. Juguemos con las mismas cartas
Si no vuelve usted a responder a mis comentarios, es asunto suyo. Es usted quien se queda sin palabras y sin argumentos. Si considera que lo mío no son argumentos, yo considero que lo suyo es saña y mala baba, sobre todo su comentario sobre mi compañero con cáncer, que es simplemente de baja estofa, y totalmente impropio de alguien que debería ser un ejemplo a seguir, por cuanto que docente universitario.
Pero veo que sigue usted el mantra cansino de los sueldos de los controladores, cuando la realidad de fondo es otra, aunque usted no quiera verla: la deuda de Aena por inversiones irracionales y una mala gestión. Bien, quédese usted con la consigna propagandística de D. José Blanco, a ver si este personaje se lo agradece alguna vez (¿tal vez congelando el sueldo de los docentes españoles?).
Yo le pregunto: ¿le parece a usted bien que un gobierno (deliberadamente en minúsculas), que se llama socialista, intervenga por decreto ley un Convenio Colectivo, hecho sin precedentes en la democracia española? ¿Le parece a usted bien que se restrinjan las libertades constitucionales de un trabajador y sus derechos fundamentales? ¿No considera usted que, como dice la Constitución Española, las relaciones laborales se deberán fijar mediante Convenio Colectivo? ¿O es que tal vez a usted toda esta cantinela de las libertades le sienta mal?
El inconveniente que tiene el abrir un blog a los comentarios es que uno puede que escuche opiniones contrarias a la suya. Si no le gustan las mias, cierre usted los comentarios de su blog, como ha cerrado usted su intelecto a las verdades evidentes.
Que pase usted un buen día, y si vuela usted, que le aproveche la rebaja de 50 céntimos en el precio de su billete, porque yo seguiré prestando toda mi atención a la seguridad de su vuelo.
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