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¿Recortar gastos o recortar libertades?

Aena, Fomento y lo más granado de la escopeta nacional se llevan las manos a la cabeza con el tema del ahorro. Se les llena la boca con la «morterada» de pasta que van a dejar de pagar a los controladores.

Es evidente lo que van a hacer con ese dinero: tapar agujeros, en el mejor de los casos, pagar precios políticos a golpe de maletín y acallar conciencias, en el peor.

Aena se está ahorrando con el decretazo unos 30 millones de euros al mes. Eso si, debe la friolera de 12.000 millones de euros, moneda más, moneda menos.

El Gran Barajas costó unos 6.000 milloncejos de nada. El Prat, pues casi 5.000. Echen las cuentas. Esto es lo que pasa cuando uno se compra un BMW a plazos sin garantías de poder pagarlo. El banco se queda con tu coche.

Si es cierto que las entidades de crédito con las que tiene Aena suscrita su deuda les están exigiendo el pago, con el decretazo convertido en proyecto de ley ya tienen una manera de ir pagando y no intercambiar gratis la deuda por activos. Los activos no los entregarán como pago de una deuda: los venderán a constructoras; como los del ladrillo les exigen licitaciones y negocio, matan dos pájaros de un tiro, ya que les conceden una explotación. Y así parece que hacen algo. Y el símil con los controladores en una economía doméstica sería tener a los niños a pan y agua, porque además nos han salido protestones e inteligentes.

El Gobierno, además de los réditos electorales y políticos, pretende hacer caja a marchas forzadas con este decretazo «super super guay», como diría Leticia Sabater, porque la UE les ha puesto la cara colorada a estos de la ceja, y no quieren acabar con una imagen ante las agencias de calificación internacionales como la de Grecia. Y claro, los españolitos de a pie que les votaron, pues a ver si repiten y nos hacemos fuertes aqui en la poltrona ministerial, con corbatas de seda natural de a 3.000 eurillos la pieza. Se trata de reducir el déficit de cara a la galería, y si se puede, pegar un bonito pelotazo y una cornada a los controladores, que ya les teníamos ganitas, ya.

Aena y Fomento deben dar explicaciones contundentes e inmediatas, alejadas de la falacia de que «esos malvados controladores aéreos» cobran mucho. Ese discurso ya no es creíble. Su cortina de humo se va desvaneciendo, y se les empiezan a ver las vergüenzas y los paños menores. Ahora deben afrontar la realidad: que tienen una obligación con los ciudadanos que les han votado y que con sus impuestos han pagado una red de aeropuertos y un servicio de control que debería ser un ejemplo para el resto de Europa, en vez de un lastre para las cuentas del estado.

Aena y Fomento tratan al ciudadano español igual que a sus trabajadores, sean controladores o de cualquier otra rama aeronáutica: con despotismo, con suficiencia y prepotencia, con una condescendencia opresora disfrazada de «buenismo». El ciudadano español es inteligente, y ha de ver la verdad. Nosotros, los trabajadores de Aena, hace tiempo que la hemos visto.

Existen sobradas razones para afirmar, más allá de toda duda, que la actual dirección de Aena y Fomento comprometen gravemente la continuidad y la calidad del servicio que se ofrece a los españoles en materia de navegación aérea y servicios aeroportuarios:

1. Los actuales directivos de Aena y el Gobierno no entienden el concepto de «servicio público». No pretenden una optimización empresarial del transporte aéreo, sino patrimonializar en empresas privadas de su círculo de confianza unas infraestructuras que son privativas de los ciudadanos españoles, que las han pagado. Si cuando llegue al poder la oposición ellos controlan (apropiado el término) esos servicios, pues igual les podemos montar una huelga de transportes, por aquello del desgaste político. Como ejemplo de inconsistencia política, el PSOE critica los planes de privatización de la sanidad del PP, pero ellos quieren degradar a la joya de la corona de las empresas publicas, Aena, a un servicio «low cost» de escasa calidad y potencialmente exprimible por empresas extranjeras (o por sus amiguitos del barrio), siendo como es un sector estratégico de este país por los ingresos del turismo. Los experimentos, con gaseosa, señores, que de esto comemos todos.

2. Su mala gestión, que ya ha hecho crecer la deuda de Aena hasta los 12.000 millones, solo les aboca a una precipitada fórmula chapucera y propagandística de arreglar la situación, sin horizontes de creación de riqueza ni empleo, y que pasa por un pucherazo en el Congreso y una bofetada a la Constitución Española. Los supuestos malos de la película, los controladores, no se han achantado. Los controladores aéreos, que a fin de cuentas solo hacen su trabajo, e incluso se comprometen a trabajar en Semana Santa sin saber cuanto les van a pagar, llevan meses sufriendo el acoso laboral de Aena y de Fomento. Y no se debe olvidar que cuando alguien es presionado contra las cuerdas, es capaz de tomar decisiones irracionales. Sin embargo, parece que después de todo los controladores españoles tienen un gran compromiso con el servicio, porque a fin de cuentas son ellos los que lo prestan, no una manada de políticos y directivos sin escrúpulos que se acabarán fugando a Sudamérica con los bolsillos llenos.

3. La continua irresponsabilidad de los directivos de Aena para con su plantilla y para con los ciudadanos pone en riesgo la prestación del servicio. El ciudadano es un rehén de Aena y de Fomento, que tratan de privatizar a toda costa sus activos, incluso si ello supone atentar contra la continuidad del servicio, contra la seguridad y contra los derechos de los trabajadores. Un empresario que no sabe gestionar sus RRHH y que no mima a sus trabajadores es un mal empresario, que carga sistemáticamente las culpas contra los demás y no asume sus errores de gestión. Un empresario debe dar ejemplo en una crisis manteniendo el tipo, y no correr como pollo descabezado llamando a la hecatombe.

4. Al ciudadano español no se le está contando toda la verdad. Los controladores, si bien han ganado dinero, no han sido responsables de la deuda de Aena ni de su gestión ineficaz. Si un controlador, uno solo, ha ganado 900.000 euros brutos en un año, es porque su empresa se lo ha pagado, y porque necesitaba de su trabajo. Este señor, seguramente, no ha tenido vida familiar durante ese año. ¿Desde cuando el trabajo es un crimen? ¿Acaso los españoles no se iban a hacer las américas, y se mataban a trabajar? ¿O es que se nos ha olvidado que trabajar no es un delito? ¿Han trabajado en la misma proporción los políticos y los periodistas que tanto critican a este señor? ¿Han realizado la mista tarea, y valen para ello? Que les han mentido, señores. Para empezar, los otros dos mil y pico controladores no ingresan esas cantidades. Ganan menos. Pero si ganan, y eso ya lo sabía todo el mundo, salvo al parecer el Sr. Blanco, que se diría que se ha caído de un guindo y parece ciertamente envidioso de no ser controlador. Por eso se presentan 8.000 personas a 250 plazas. ¿Suena interesante? Pues a estudiar y presentarse. Ah, no, se me olvidaba que Aena no saca plazas nuevas desde el año 2.006, y encima ahora quiere meter a extranjeros.

Y curiosamente, solo el 9% de los controladores tiene un familiar controlador. Oh cielos, resulta que esos chantajistas no han metido a toda su familia en el chollo ese de separar aviones sin que muera nadie. No olvidemos tampoco que los controladores no deciden dónde se construye un aeropuerto que no tiene vuelos, cosa que si hacen los directivos de Aena y los compromisos políticos, pero si deciden, y para eso les pagan, si dos aviones se van a chocar o no, y por esa responsabilidad les pagan la pasta que les pagan. Pídanles cuentas de que su región no crezca económicamente a los políticos y a los empresarios, que yo solo separo los aviones que me pongan, oiga, y soy un trabajador. Decretado, pero trabajador honrado.

5. Aquellos aeropuertos cuya razón de ser radica en la de proporcionar conectividad y vertebración territorial, como los insulares, van a sufrir una merma en la seguridad con la implantación de los AFIS, un servicio de mala calidad y chapucero que supone un retroceso considerable en las prestaciones de navegación aérea. Se «experimenta» con una ciudadanía a la que, tácitamente, se la considera como de segunda. Eso si, los municipios «ricos» si se quedan con controladores. ¿Pero a que estamos jugando? ¿Les valdría a ustedes, porque están lejos y son pocos, que en vez de médico les pusieran un veterinario? Paralelamente, se está firmando una hipoteca que impedirá el ulterior desarrollo económico de esas regiones, al no poder programar más vuelos regulares. Se empobrecen las regiones periféricas, y sus ciudadanos corren un grave riesgo cuando vuelan.

Si después de toda esta información usted, querido lector, sigue aquí, es seguramente porque las mentiras del Ministro Blanco y de su entorno de intoxicación informativa le han olido a cuerno quemado.

Ale, ya sabe usted la verdad.

Exija responsabilidades a quien las tenga, que no soy yo, y ahora me voy a separar su avión en Semana Santa, que es para lo que me pagan, y no soy funcionario. Felices vacaciones.

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