Segunda carta abierta a Juan Ignacio Lema Devesa, Presidente de Aena
Simón Antonio Rance Hayes.
Controlador TMA Madrid.
Estimado Sr. Lema,
Ante la enorme preocupación que me produce la situación actual me dirijo nuevamente a usted, como Presidente de nuestra empresa y persona cercana al Ministro de Fomento, con el fin de que tenga conocimiento de lo que veo en mi lugar de trabajo.
Acaso no haya leído usted mi primera carta: no es su obligación. Sería una decepción para mí porque le participaba cosas que considero importantes para el buen fin de Aena. Si quiere rescatarla, se la envié el pasado 5 de abril y tiene número de registro de entrada de comunicación interna 4494.
Le recuerdo que me llamo Simón, y que, tras unos catorce años como controlador, actualmente trabajo en el Área Terminal de Madrid. Permita que me centre en ella, pues es lo que mejor conozco, pero nuestra situación es similar en muchas dependencias. Tengo 45 años.
Ya se ha publicado la ley 9/2010, que regula nuestras condiciones y da continuidad al ahora derogado RDL. En ella se establece el retiro forzoso de los controladores de más de 57 años de edad de la frecuencia, y su paso a funciones no operativas.
Personalmente no pensé que pudiera permitirse tamaño error. Pero se ha hecho. De la noche a la mañana, a los mejores trabajadores que tiene esta empresa en control de tráfico aéreo, se les impone un cambio de puesto y lugar de trabajo y de retribuciones. Se les elimina de donde trabajaban muy bien –insisto, son los mejores- y se les envía a un destino donde su valía está por demostrar. A cambio harán falta nuevos controladores, que son muy caros de formar. ¿Es eso economía empresarial? Si el fin del control de tráfico aéreo que proporciona Aena, como yo pensaba, es ofrecer un buen servicio al tráfico aéreo, permitir que llegue a su destino con seguridad, orden y rapidez, permítame que insista en que prescindir de los controladores de 57 años o más es una estupidez.
Resulta que, a consecuencia de tan brillante maniobra legal/empresarial, se tienen que cubrir los sectores con imaginarias (que antes no existían ni se han pactado) y con servicios exprés. Las horas serán innumerables. Y la imposición de servicios exprés sobre la labor del controlador de tráfico aéreo sólo puede describirse como un acto de terrorismo laboral. Y esperemos que se quede sólo en laboral.
Observe que el control de tráfico aéreo es una profesión especializada, creo que eso lo puede entender. Nuestro cometido es importante, también es comprensible. También es delicado, en cuanto a que requiere una combinación de descanso, serenidad, y buen ánimo para hacerlo bien. Trabajamos fatigados y deprimidos. Le dije que me preocupaba el aumento de los incidentes de tráfico aéreo. Temporalmente se han reducido gracias al, en este sentido, beneficioso efecto de la nube volcánica. Pero la nube desaparecerá y el tráfico aumentará.
Y vamos por muy mal camino. Se han escudado ustedes en que antes hemos trabajado 1750 horas de promedio para imponerlas como obligación. Esas horas las hicimos voluntariamente, y con un descanso del 33% diurno y el 50% nocturno. No se nos acosaba. Se nos respetaban los días libres. No teníamos que fichar varias veces a la entrada ni rellenar papeles redundantes. Nos programaban y ofrecían la formación dentro de nuestra jornada: no teníamos que rebuscar por la sala para ver si descubríamos la última circular, el último Notam, o la última carta de acuerdo. Estos documentos son esenciales para nuestro trabajo y para la Seguridad del tráfico. Nos programaban con meses, y no días de antelación. Y nos respetaban las vacaciones. Eran “otras” 1750 horas.
Supongo que usted estará satisfecho: bajo la amenaza del “despido disciplinario” recogido por la Ley, impone o permite usted toda suerte de abusos sobre los controladores. Se justifica en que hemos cobrado mucho dinero. Por cierto, no cobrado ilegalmente como han querido hacer ver, sino a cambio de muchas horas extras. De hecho, considerando el volumen de horas extras que hemos realizado, creo que las hemos vendido baratas, pero nuestro compromiso con las necesidades de nuestra empresa y nuestros ciudadanos nos animó. No voy a debatir si nuestros ingresos están más o menos justificados que los de deportistas de élite, estrellas del papel cuché o políticos, por poner algunos ejemplos.
También se escuda en que el accidente de tráfico aéreo que, a este paso, habrá de suceder, sólo supondrá que ustedes, cuando eso ocurra, tendrán que revisar la política laboral. Mientras tanto, el controlador afectado pasará muchos años en la cárcel.
En cuanto a los controladores veteranos, hablo en presente: observe que digo que son los mejores: rescátelos antes de que sea demasiado tarde.
Nuestro compromiso con la Seguridad está por encima de nuestras condiciones y de nuestros contratos. A usted el riesgo le sale barato. A nosotros, no. Y todo tiene un límite.
Un saludo,
Simón Antonio Rance Hayes.
Controlador TMA Madrid.