La prensa le hace la huelga a los controladores aéreos
No hace falta hacer huelga: La hace la prensa por los propios controladores.
Hasta la fecha, los medios se hacían eco hasta la saciedad de la suculenta afirmación por la que se asegura que los controladores aéreos están de forma más o menos permanente perjudicando el tránsito aéreo a sabiendas, mediante una supuesta «huelga de celo».
«Huelga de Celo» es una expresión fabulosa, pues no por ser falsa deja de ser creíble para todo aquel a quien se le enuncie, y un comodín para sofocar no sólo la contrariedad que supone sufrir las incidencias de las operaciones aéreas, sino también para enjuagar los problemas propios en patio ajeno. Cualquier retraso es culpa de los controladores aéreos, el pasajero lo tiene claro, y si no, se le recuerda.
Digo que tal afirmación es falsa porque la Ley 21/2003, de 7 de julio, de Seguridad Aérea establece en su título IV «de las obligaciones por razones de seguridad» artículo 34 «Obligaciones específicas del personal aeronáutico» que es obligación del personal aeronáutico, entre otras:
3º Atender en todo momento, con la diligencia y buena fe debidas, las responsabilidades derivadas del ejercicio de las funciones atribuidas o la realización de las actividades para las que esté autorizado y designado.
Es decir, actuar de mala fe implicaría no cumplir esta obligación, lo que puede constituir una falta leve a muy grave (hasta 225.000 euros) si se producen retrasos o suspensión no justificada de los servicios aeronáuticos.
Es decir, la mala fe en la omisión del deber al que obliga esta Ley es punible, y si existe evidencia de que se está incurriendo en tal falta ésta debe ser denunciada consecuentemente y castigada. Si no ha habido denuncia, será quizás que no ha habido falta, o quizás es que el responsable de detectarla debe ser castigado en aplicación de la misma ley.
Por si esto no fuese justificación suficiente, las estadísticas de Eurocontrol establecen en su informe Performance Review Report 2009 que la demoras medias en ruta en España han sido idénticas a las sufridas en Alemania, siendo las demoras achacables a aeropuertos la mitad en España que en nuestro vecino germano.
A elegir:
a) Los controladores Españoles no han hecho huelga.
b) Los controladores Españoles no saben hacer huelga.
c) Los controladores Españoles han hecho huelga pero los alemanes la han hecho mejor.
Veamos ahora cómo la prensa maneja este asunto.
Con motivo de la jornada de huelga de funcionarios (los controladores NO lo son y no participan en la misma) El diario «El Economista» publica una noticia transcrita de la agencia EFE titulada «AENA fija en un 36% los servicios mínimos para la huelga de mañana«. En cambio, la web de Intereconomía titula la misma noticia de esta forma «AENA fija en el 36% los servicios mínimos de los controladores aéreos«.
Hasta donde sé, no hay huelga de los controladores aéreos, pero Intereconomía así lo anuncia.
Llegados a este punto, hay que reflexionar: Llevar a término una huelga provoca serios perjuicios a la economía (es una buena razón para NO convocarla). Una huelga total fuerza la negociación inmediata o el desmantelamiento total del sistema al estilo Reagan. Pero una huelga no total, pero que suponga un entorpecimiento constante, calienta la opinión pública en contra del colectivo y del gobierno que no sabe ponerle término.
A estas alturas es obvio que por muchos esfuerzos que se dediquen a ello, el empeño por lavar la imagen del colectivo de cara a la opinión pública será infructuoso por muchos años. En esta tesitura, que los medios de comunicación le hagan la huelga a los controladores puede llegar a ser una bendición: En el pulso que mantienen las dos partes, la opinión pública que tanto preocupa a los políticos por su rentabilidad electoral tiene claro a día de hoy que se tomen las medidas que se tomen, el colectivo no se doblega.
De continuar esta situación, teniendo el patio la sensación de que los políticos son permanentemente incapaces de poner en cintura a unos eternos irreductibles (sin que en realidad se esté tomando acción alguna en esa dirección por parte del colectivo), podría darse la paradoja de que en algún momento incluso los que han demonizado la profesión tengan que defender lo contrario: «Los hemos puesto en cintura y ahora el servicio es impecable».
Y lo que es mejor, este estado de opinión pública gravosa para «la casta» se consigue sin mover un dedo para mantenerlo, sin incurrir en ninguna falta tipificada en la Ley 21/2003, y por lo tanto sin correr riesgos.
Ante ustedes una falsa huelga, gratis e ilimitada.
¿No es de agradecer?