Los controladores del ACC de Madrid transmiten a la AESA su preocupación por el deterioro de la seguridad
ATC MAGAZINE
Los controladores del ACC de Madrid transmiten a la AESA su preocupación por el deterioro de la seguridad
El pasado mes de enero, los controladores del Centro de Control de Madrid enviaron un escrito a la AESA, Agencia Estatal de Seguridad Aérea, en el que mostraban su preocupación por el deterioro de la seguridad en la operaciones, tanto en Ruta como en el TMA. Estas quejas y preocupaciones las habían transmitido anteriormente a los responsables de la Dirección Regional, quienes, según los controladores, hicieron caso omiso de las mismas. La única respuesta que estos profesionales han obtenido por parte de la AESA, ante los diversos hechos denunciados, ha sido la propia respuesta de Aena, a través de su Departamento de Seguridad y Calidad.
Aena continúa tomando decisiones de forma unilateral, lo que supone una merma en la seguridad de la aviación. Tanto en el TMA como en Ruta, está uniendo sectores, algunos de los cuales son definidos por la DGAC como de “especial complejidad”. Además, según los controladores, se aplican capacidades “imposibles”, que no han sido validadas por el correspondiente departamento de supervisión, lo que les deja “en situaciones muy delicadas, sin la protección de un sistema de control de afluencia funcionando correctamente”.
Los controladores se cuestionan si la AESA es consciente de lo que esto implica, ya que la respuesta que han obtenido por parte de la Agencia Estatal es que sólo uno de los sectores es de especial complejidad, lo que no implica que no pueda integrase con otros, y que esto se realiza “de acuerdo a los procesos de Navegación Aérea”.
Según los denunciantes, todo se agrava cuando estas quejas tienen su demostración a través de denuncias por sobrecargas e incidentes graves.
Por ejemplo, una controladora del TMA de Madrid, tras sufrir un grave incidente controlando en una de esas configuraciones en la que “sólo” uno de los sectores es de alta complejidad por tener focos de atención muy divididos, contaba: “Me percaté del problema tarde, separé los aviones con rumbos pero no se guardó la adecuada separación. Tardaré mucho en olvidarlo”.
Los controladores explican que, “con la unión de sectores, se producen problemas de escala que complican la monitorización”. Por su parte, la AESA parece quitarle importancia, diciendo que la agrupación de sectores se realiza esporádicamente y cuando la demanda de tráfico lo permite.
Además, la Delegación de USCA en Torrejón también ha denunciado continuos fallos del sistema de control de afluencia, ya que los sectores se sobrecargan continuamente. En este sentido, APROCTA denunció en su día la Resolución por parte de la autoridad ATS, relativa a estos fallos, en la que establecía que “cuando sean necesario adoptar medidas de regulación de tráfico, se deberá aplicar lo determinado en cuanto a capacidad máxima, siempre que no se rebase la capacidad declarada” (habiendo definido “capacidad máxima” previamente como un 10% superior a la capacidad declarada).
A este respecto, la AESA ha contestado con una serie de justificaciones, que supuestamente avalan el procedimiento impuesto, y ha concluído con lo que según los controladores aéreos “resulta una intolerable amenaza contraria a los más elementales principios de la Just Culture, que puede poner en una seria disyuntiva a cualquier controlador que se vea en la decisión de solicitar regulaciones en un sector”.
Otra resolución de la AESA, de nuevo a través de un escrito del Departamento de Seguridad y Calidad de Aena, establece que “estos fallos no se han producido en el sistema de control de afluencia en sí, sino que se deben a diversos factores como recortes en la ruta de vuelo prevista, asignación de niveles de crucero diferentes al requerido en plan de vuelo, y despegues de aviones antes de la hora calculada de despegue, actuaciones que provocan que a un determinado sector le lleguen más aeronaves de las previstas”.
Por otro lado, y aunque Aena argumenta que la formación se está adaptando a ese nuevo marco normativo, la realidad es que ha suprimido los cursos de formación. Entre otras consecuencias obvias, cabe destacar las siguientes: Por un lado, que los nuevos supervisores están ejerciendo sus funciones “con un desconocimiento total de las mismas”; por otro lado, que los controladores tienen que trabajar en configuraciones distintas a las habituales, sin haber practicado anteriormente; además, no han recibido formación para la actuación en caso de emergencias; y, finalmente, que los cambios de procedimientos sustanciales se dan a conocer con una simple circular, suponiendo que su mera lectura garantiza la total comprensión y asimilación de los mismos.
Los controladores del ACC de Madrid entienden que toda esta situación se está produciendo por cuestiones de eficiencia económica, pero denuncian que cuando el objetivo es la seguridad, el criterio que debe prevalecer a toda costa es el de eficacia.