El símil del quirófano
Cierto día, un gobierno hipotético decide unilateralmente que su sistema sanitario no es eficiente financieramente hablando, porque han construido hospitales en lugares remotos que no tienen pacientes a los que atender. Estos hospitales han costado una millonada, porque determinadas empresas constructoras y algún gobierno regional han presionado para que se liciten contratos multimillonarios, al margen de la necesidad real de un hospital en esos lugares.
Paralelamente, una red de empresas extranjeras muestran su interés en participar en la privatización de estos hospitales, previo pago de las correspondientes comisiones. Coincidiendo en el tiempo con una crisis financiera internacional y recibiendo presiones europeas para reducir el déficit, este gobierno hipotético que navega a la deriva improvisa.
En lugar de racionalizar la red, el gobierno decide emprender una campaña de acoso y derribo contra los facultativos sanitarios, que «solo» son trabajadores bien cualificados. Se les acusa públicamente de hundir el sistema sanitario español. Estos chivos expiatorios pagarán el pato de una gestión ineficaz y un estramado de justiprecios políticos y económicos.
Se vende a los ciudadanos que esta medida es necesaria porque tendrán un servicio médico más barato y eficaz. Y la opinión pública y las fuerzas políticas aplauden la medida porque no entienden de detalles técnicos y se ha llevado a cabo una campaña de demagogia y propaganda política que ha funcionado.
Consecuentemente, este gobierno hipotético, en connivencia con determinados directores de los hospitales, sus amigos de las constructoras y ciertas fuerzas afines deciden promulgar un decretazo sobre las condiciones laborales de los facultativos sanitarios, saltándose a la torera su Convenio Colectivo, el Estatuto de los Trabajadores y la Constitución Española. El decretazo llevaba meses redactado, y de hecho se han introducido oportunamente determinadas cláusulas que benefician a un entramado de empresas y personas concretas.
Meses después, la prensa publica que han aumentado las listas de espera y que los errores médicos se han disparado. La población no entiende nada. Pasemos a explicar las causas.
Reducción de las dotaciones:
Si antes una operación la llevaban a cabo 10 personas, ahora se exige que solo sean 5 para ahorrarse 5 sueldos. Los 5 que quedan no dan abasto y cometen errores. Se resiente la calidad del servicio y los pacientes son tratados como ganado. Si los familiares protestan, el director del hospital echa la culpa al cirujano sin miramientos.
Reducción de los tiempos de descanso:
El cirujano, el anestesista y las enfermeras ven reducidos sus descansos, tanto dentro del turno como entre turnos. Si entran de servicio de día, por cada 7 horas descansan 1 hora 45 minutos. Pero por la noche solo descansan un tercio del tiempo -lo que conlleva que a veces duerman solo tres horas-. Si protestan, les expedientan. Operan dormidos y cometen errores.
Entre turnos no hay 12 horas de descanso, tal y como marca la Ley.
Aumento de la carga de trabajo:
Antes se realizaban 3 operaciones al día. Ahora se les exige que realicen 6 con menos personal. Además se les pide que se lleven al quirófano los expedientes atrasados para rellenarlos mientras operan y también se les exige bajo amenaza de expediente que cumplimenten 56.000 folios mensuales detallando todo lo que hacen. También se les exige que pulsen un botón en una absurda maquinita que hace «ping» que está olvidada en una esquina del quirófano, comprada a precios desorbitados a una empresa que colabora con el dueño del hospital.
Los cirujanos están saturados. Piden más personal, pero se reitera que el personal disponible es más que suficiente. Paralelamente una empresa filial de los hospitales publica un master de cirujía avanzado cuya matrícula cuesta 45.000 euros.
Aumento de la jornada mensual, servicios exprés y turnicidad aleatoria:
Todo el personal de quirófanos trabajará obligatoriamente la jornada mensual que disponga arbitrariamente el director del hospital, el ministro de sanidad y el texto del decretazo, sin poder ver a sus familiares, independientemente de su convenio colectivo, de lo dispuesto en el estatuto de los trabajadores y sin participación en la toma de estas decisiones de sus representantes sindicales, tal y como recoge la Constitución Española.
Algunos tienen solo dos días de descanso al mes, e incluso en esos dos días podrían llamarles con un servicio exprés.
Desaparición del «sleeping day»:
Antes, después de un turno de noche, se contaba con un día entero de recuperación de facultades y descanso. Ahora no. Han aumentado los accidentes de tráfico, porque los facultativos están estresados y se pasan la vida en la carretera. Cuando vuelven a su casa se meten en la cama sin saludar a sus hijos. Cuando se despiertan están de mal humor. Comen mal, duermen mal, tienen desarreglos circadianos, sus asuntos personales están empantanados y nunca saben en que día de la semana o del mes están.
Algunos comienzan a darse de baja, porque ya no pueden más. Tiene miedo de cometer un error que le cueste la vida a un paciente. Al darse de baja, los directores de hospital les acusan de absentismo y les ponen detectives e inspectores.
Publicación de procedimientos por vía exprés sin estudios previos:
En medio de una operación, llega una carta del director del hospital y de su adjunto de contabilidad exigiendo que se reduzca el número de viales de plasma para la transfusión, y se les pide que reciclen las gasas. El director del hospital, con formación de ingeniero, le obliga al cirujano a emplear determinado bisturí y no otro, porque él es el gestor del hospital.
Disponibilidad permanente:
El personal de quirófanos conocerá sus turnos de trabajo con 10 días de antelación, y no podrá planificar su vida personal. Se les podrá llamar en cualquier momento para «garantizar la continuidad del servicio y la sostenibilidad financiera de la empresa médica».
Abaratamiento del servicio:
Se empieza a contratar facultativos del sureste asiático en paro. No hablan español, y sus títulos se han convalidado en un despacho porque corre prisa. Los integran rápidamente en los equipos de trabajo, pero como apenas hablan español, se producen errores constantes. El cirujano tiene verdaderos problemas para comunicarse con el anestesista en medio de la operación.
Se traslada forzosamente a los facultativos de ciertos hospitales con pocos pacientes a otros centros. En estos hospitales se implanta un servicio médico «low cost» proporcionado por carniceros y sacamuelas ambulantes. Se engaña a la opinión pública y se le dice que estos nuevos profesionales ofrecerán el mismo nivel de seguridad y calidad del servicio.
Ambiente de coacción:
Cada día al entrar de servicio los profesionales de la medicina reciben un montón de directrices por escrito sobre temas operativos diversos y se les amenaza con sanción y expediente si no acatan las directrices, sean las que sean, seguras o no. Cuando cursan una petición por escrito solicitando aclaraciones, se les da la callada por respuesta y se les remite al texto de la ley.
Los mandos intermedios son coaccionados con la amenaza de expediente si a su vez no presionan a los facultativos para que trabajen en estas condiciones. El hospital parece un campo de concentración.
Si los médicos deciden denunciar sus condiciones laborales y advertir sobre los riesgos para la salud del paciente se les acusa de irresponsables.
Escarnio público:
El ministro de sanidad sale constantemente en los medios de comunicación poniendo a los facultativos sanitarios a caer de un burro. Sus hijos ya no se atreven a decir que su padre o su madre son médicos, o anestesistas, o enfermeras.
Los directores de los hospitales declaran en los medios de comunicación que los cirujanos españoles están en huelga de celo y que son unos malos profesionales, contribuyendo así a la degradación moral del colectivo sanitario. Es como si la NASA dijese que sus astronautas son una mierda.
Falta de transparencia:
Los directores de los hospitales prohiben la entrada de periodistas. Se quiere ocultar las condiciones reales de los quirófanos porque si se desvelasen estos hechos quedarían en evidencia, habría dimisiones y ceses y pagarían un precio político.
Falta de independencia del regulador y del proveedor:
Se designa como director de la Agencia del Medicamento a un ejecutivo de Bayer.
Presiones económicas, politización, privatización y estafa a consumidores y usuarios:
Ciertas empresas que fabrican material quirúrjico presionan a los hospitales para que les compren material a mejor precio. Los hospitales y el gobierno les tranqulizan y les dicen que si, que no se preocupen, que cuando acaben con los elevados sueldos de los cirujanos habrá dinero para todos. Los ciudadanos pagaron con sus impuestos los hospitales, pero ahora se les va a cobrar por cada intervención porque se ha vendido los hospitales a determinadas empresas privadas. Los ciudadanos pagan las cosas dos veces y reciben un servicio infame.
¿Se operaría usted en este hospital? Exija la verdad: es su salud lo que está en juego.