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La España orwelliana, las mamachicho y la manipulación mediática

Llegan los invitados del programa en el autocar. Les han dado un bocadillo. Algunos se han endomingado para salir por la tele. Otros se van con chanclas y guarrotes, porque es verano. Dóciles corderos que serán debidamente arengados contra los cristianos en el circo apelando a los más bajos instintos de la sociedad. La envidia y la saña van a ser los protagonistas de lo que se avecina.

En la novela «1984» de George Orwell era obligatorio tener la tele encendida para desinformar debidamente a la población. Pues bien, anoche asistimos atónitos a un deplorable y repugnante espectáculo de manipulación informativa que hace empalidecer a esta novela: La Noria de Telecinco. Solo faltaron las mamachicho semidesnudas restregándose con los contertulios, un par de sonoros pedos y el parto en directo de una yegua gritona.

Comparecen dos controladores aéreos educados y arregladitos, y una jauría de perros rabiosos les cerca inmediatamente. El espectáculo está servido. Se ofrecerá a los dos controladores en hecatombe y sacrificio al Dios de la audiencia. Prohibido hacer fotos. Cuando el realizador se lo indique, pueden usted gritar, que viene bien y nos sube el «share».

«¿Sabremos por fin cuanto cobra un controlador?», decían en los titulares y en la entradilla del programa. Hace falta ser hipócrita.

El presentador del programa, Jordi González, cobra dos millones y medio de euros por temporada y todos los que fueron, salvo los controladores, cobraron por asistir y por enmerdar la mesa de «debate». Se pone contra las cuerdas a los controladores aéreos, porque se dice que ganan mucho, y no se les deja hablar. El circo, los leones, y los cristianos. Al rico bombón helado, oiga. Que si hay muchos parados, que si un camionero tal y cual, que si una cajera de supermercado se levanta a las tantas de la mañana. Más carnaza, más sangre, suben los índices de audiencia. Eso si, no se dice nada sobre la profesión de controlador. No se muestra una situación de tráfico con aviones. No se dice que de los 1800 controladores españoles dependen las vidas de 200 millones de pasajeros.

La co-presentadora ofrece unas cifras absurdas en la entradilla, falsas, manipuladas, torticeras, para predisponer negativamente a las hordas de invitados, que abuchean desde la quinta fila. «Hemos hecho nuestros propios cálculos», dice la copresentadora. Y claro, como la chicuela vestidita de rosa (que mona ella) no está acostumbrada a labores aritméticas, no dice que un pasajero paga dos euros en concepto de sueldo de los controladores cuando vuela.

En la encuesta en internet, estos pródigos hijos de la manipulación mediática mienten como bellacos al poner que un controlador gana al mes 375.000 euros. Ni la marquesa del Rebollo, madre mía. Se les dice a los responsables del programa que eso no es verdad, pero tardan seis horas en retirar el letrerito para acumular votos a favor del ministro.

«Huelguistas cabrones», se oye entre el público. «Mírales ahí sentados».

Cuando Daniel Zamit, portavoz de los controladores, esgrime gráficos oficiales de Eurocontrol en los que se demuestra que más del 70% de las demoras las generan las propias compañías aéreas, ese incalificable sujeto de estómago agradecido y mala baba que es Enric Sopena trata de tapar con sus gritos y su mala educación los argumentos irrefutables que Daniel enseñaba. No conviene que la población española sepa la verdad, con los dineros que les ha costado a los de Fomento y a los de Aena predisponer a las masas para dar el pucherazo y privatizarlo todo. Las compañías aéreas les echan las culpas de todo lo que hacen, y así no tienen que pagar indemnizaciones a los pasajeros. Es que mola la maniobra, joder.

Enric Sopena avergüenza a los de su propia profesión. Es el mejor ejemplo de mamporrero propagandístico a las órdenes de los progres de ático de lujo que he visto en mi vida. Espero que le paguen bien. Ante su ausencia total de argumentos solo sabe gritar, descalificar, insultar. Trata de tapar con su voz los datos clave que van dando los controladores. Esto no se puede saber. Conspiración de silencio y manipulación. Propaganda basura que llama a un sustrato de odio pre existente. Muy gordo tiene que ser lo que están haciendo en el Gobierno, en Fomento y en Aena para aplicar esta férrea censura informativa. Mucho les tiene que estar doliendo que un trabajador exprese públicamente su opinión y sus argumentos. Claro, es que a lo mejor les resta votos y les deja en evidencia.

La Raola escucha incrédula que en este país alguna empresa pueda estar negando permisos de maternidad o cometiendo esa clase de tropelías. No sale de su asombro. Parece un alce deslumbrado por los faros de una camioneta.

Se enzarzan todos los contertulios en críticas políticas. Que si tu partido hizo tal, que si el mío hizo cual. Los controladores permanecen callados, en medio, justo como les corresponde: dos sectores políticos enfrentados en este país de pandereta que hacen sangre con unos trabajadores instrumentalizados que asisten atónitos a un baño de ostias y a un linchamiento público

César Álvarez dio en el clavo: «les invito a ustedes a que la próxima semana todos traigamos nuestras nóminas y comparemos el nivel de responsabilidad». Y alguno bajó la cabeza.

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