“La perversidad de AENA en el conflicto con los controladores ha sido absoluta”
AENA ha generado este problema y ahora acompaña sus imposiciones con una campaña de desprestigio terriblemente demoledora, con el aplauso de los medios de comunicación, del PP, partido que firmó el decretazo, y de la opinión pública, manipulada con informaciones tendenciosas.
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SB-Noticias.- Carlos Castañosa, ex comandante de Iberia y experto en materia de aviación, reflexionó en Radio San Borondón sobre la problemática de los controladores aéreos y puso en duda la calidad de nuestra democracia cuando se basa en la limitación de las libertad de expresión, puesto que en esta problemática que afecta a los controladores aéreos ha quedado en evidencia que la libertad de expresión está muy limitada, con una campaña absolutamente demoledora hablando de los sueldos que perciben estos profesionales en sentido totalmente peyorativo y tendencioso, porque afirma que no es cierto la mayor parte de lo que se ha teledirigido.
Según Carlos Castañosa, a grandes rasgos el problema se basa en que este colectivo empezó siendo un funcionariado en los años ochenta, época en la que el gobierno trató de contratar a controladores baratos en contraposición de los funcionarios, con una espuesta rotunda de los funcionarios, que tenían un gran poder de convocatoria y de decisión sobre estos temas, manteniendo un conflicto durante unos cuatro años, porque la parte central del problema radicaba en que se trataba de eliminar a los antigüos para contratar personal nuevo que abaratara los sueldos, disminuyendo el número de controladores, una plantilla menguante que comenzó a generar problemas.
En 1992 dejaron de ser funcionarios, para ser personal contratado de AENA, con lo que ya podían hacer horas extra, dejando de tener techo contributivo para paliar el problema operativo que se había generado en el Ministerio de Fomento a través de su empresa pública (AENA). Al principio se hacían pocas horas extra, pero con el transcurrir del tiempo y el incremento del tráfico aéreo, la empresa empezó a ofertar cada vez más horas.
Desde el año 2000 y hasta el 2006 la cosa funcionó de forma aceptable, pero a comienzos del 2007, el colectivo de controladores se mostró exhausto y muchos de los profesionales dejaron de hacer horas extra porque la conciliación de la vida profesional y familiar era imposible, ni podían disfrutar de sus vacaciones y tiempo libre de forma conveniente, porque hablamos de un trabajo absolutamente crítico, de una concentración absoluta y que requiere una estabilidad emocional, un equilibrio psíquico y una salud a toda prueba, no admite ingerencias que interfieran de esa concentración, como así está ocurriendo actualmente, motivo por el que AENA se vio obligada a negociar horas extra más caras para que resultara atractivo a los profesionales llevarlas a cabo y que se concentró en un pequeño grupo de controladores, denominados “fajadores”, que tenían esa capacidad, incluso para hacer horas extra fuera de norma y de seguridad, cobrando unas nóminas elevadísimas.
Carlos Castañosa explica que un solo caso de los mencionados en esa campaña de desprestigio de un profesional que llegó a cobrar 900.000 euros en un año, no ha sido porque él haya obligado a AENA a realizar su trabajo, sino al contrario y, en este caso, a quien habría que sancionar es a quien consintió esa atrocidad, porque para llegar a cobrar esa cantidad tuvo que hacer horas extra al margen de legalidad.
En el verano del año pasado, los controladores que estaban a cargo de la seguridad dieron la voz de alarma sobre las horas trabajadas fuera de las normas vigentes y se exigió un tope a AENA y a la Dirección General de Aviación Civil, fijándose en 210 horas mensuales, lo que supuso un grave problema para AENA y para los “fajadores” que habían dejado de serlo, por lo que se evidencia que fueron los controladores y no AENA quienes pusieron los límites, sin embargo, con esa imposición cavaron la tumba del colectivo porque el ente público decidió en venganza cambiar el convenio, de tal forma que las horas extra pasaban a hacerse como horas normales y serían obligatorias para todos los profesionales.
Como esto no se podía hacer mediante un convenio racional, AENA no dio opción a la negociación a los controladores sino que impuso de un plumazo las nuevas normas mediante un decretazo que estaba redactado muchos meses antes, lo que demuestra que la perversidad de AENA en este conflicto ha sido absoluta, porque ha sido el propio ente quien ha generado este problema y ahora acompaña sus imposiciones con una campaña de desprestigio terriblemente demoledora, con el aplauso de los medios de comunicación, del PP, partido que firmó el decretazo que ha conducido al conflicto actual y con todo el respaldo de la opinión pública, a quien se ha manipulado con informaciones tendenciosas que han versado sobre el aspecto que más duele a los ciudadanos al hablar de privilegios y fortunas.