Juan Ignacio Lema Devesa y la Aena del siglo XIX
John White.
El Sr. Lema fue nombrado Presidente de Aena por el Ministro de Fomento, José Blanco, el 24 de abril de 2.009. Inmediatamente dio signos inequívocos de que su paso por Aena acarrearía una complicada y traumática relación con sus trabajadores y especialmente con los controladores aéreos, que en última instancia son responsables de las vidas de los más de 200 millones de pasajeros que vuelan en España anualmente.
El Sr. Lema se encontró a su llegada a la Entidad Empresarial Aena con una monstruosa empresa pública ineficiente que arrastraba una deuda desmesurada cercana ya a los 12.000 millones de euros. Los anteriores administradores de la entidad así como los diferentes ministros de Fomento y gobiernos que habían pasado por la palestra fueron dejando fermentar una situación que se sabía que no podía terminar bien y que acabaría con un «crack» similar al de las burbujas financieras:
– aeropuertos ruinosos que crecían como hongos a los que no volaba nadie con terminales de mármol blanco más semejantes a mausoleos que a otra cosa
– una escasa plantilla de controladores aéreos que se veían forzados y alentados -literalmente- a hacer horas extra para poder sacar adelante el servicio, ya que desde el año 2.006 Aena no convoca plazas de controlador.
– un plan de reestructuración empresarial que contemplaba una privatización acelerada y una escisión en dos unidades de negocio.
– presiones por parte de las empresas financieras con cuyas entidades tenía Aena su monumental deuda que casi exigían el canje de activos por deuda por la crisis financiera internacional.
– un plan de convergencia al Cielo Único Europeo que contempla la corresponsabilidad financiera de los prestatarios de servicios y una liberalización acelerada.
Iresponsablemente, el Sr. Lema opta por el camino de en medio y emprende, junto con el Ministro de Fomento José Blanco, una campaña de acoso institucional propagandística y demagógica contra los controladores aéreos, a los que culpa de todos los males de Aena y de la situación actual. El gabinete de comunicación de Aena emprende una vía de desprestigio institucional hacia sus trabajadores inaudita en una empresa moderna que presuma de calidad de servicio y que sepa acometer los retos que le depara el futuro. El símil más acertado es el de la NASA acusando a sus astronautas de hacer quebrar la empresa. En lugar de poner en valor a sus efectivos humanos y tratar de encontrar una solución dialogada y responsable, Lema y Blanco atacan desaforadamente a unos trabajadores esenciales para el buen funcionamiento de la empresa y del transporte aéreo español, del que depende buena parte del desarrollo económico de España.
La campaña les funciona a las mil maravillas porque se basa en un sustrato de odio preexistente: aquel que cobra más que yo por su trabajo es un privilegiado, término que mencionarán hasta la náusea todos aquellos a los que se les ha pasado un preceptivo manual de comunicación diseñado a tal efecto y que incluye precisas directrices sobre como encaminar el odio de las masas hacia los controladores aéreos. Medias verdades, estadísticas sesgadas, reuniones secretas con periodistas creadores de opinión y afines a la causa crearán un escenario de acoso y derribo que propicie lo que a continuación vendrá. El salario de los controladores será el único argumento que se empleará en el discurso público, porque se sabe que funciona mediáticamente y desvía la atención de otras cuestiones más importantes.
Una vez creado el clima de odio y resentimiento, Lema y Blanco acometen un acoso legislativo sin precedentes contra los controladores aéreos en el que la Constitución Española, el Estatuto de los Trabajadores, la normativa laboral internacional y 30 años de democracia resultan severamente erosionados. Se dinamitan los derechos laborales por los que los trabajadores llevan luchando durante años y se cambian las condiciones laborales por decreto, sin negociación y por imposición. Se aprueba el Real Decreto 1/2010, la Ley 9/2010 y numerosos ordenamientos jurídicos paralelos que den plenos poderes a Aena para campar como el Cid por Castilla.
Se reduce impositivamente el salario de los controladores un 40% y se fijan nuevas jornadas de trabajo y descansos sin un estudio de prevención de riesgos laborales, a matacaballo y con nocturnidad, pensando así que quedarán solucionados todos los problemas y se habrá aumentado la productividad y la eficiencia de Aena. Paralelamente, no se cuenta a la opinión pública que lo que se pretende es vender infraestructuras que han pagado los ciudadanos con sus impuestos en un acto de privatización exprés que de otra forma no habría contado con el beneplácito del resto de fuerzas políticas, que callan para no ser señaladas con el dedo por su gestión anterior.
Sin embargo, las jornadas laborales aprobadas por ordeno y mando para los controladores aéreos, lejos de resultar eficaces, provocan la extenuación y la enfermedad de los trabajadores y añaden un sumando de riesgo adicional a la delicada labor que realizan en la cadena de la seguridad aérea. Esta percepción es compartida por asociaciones profesionales de pilotos y expertos en seguridad de vuelo, pero su opinión no es tenida en cuenta y está por ver lo que el futuro deparará de esta situación.
Los controladores aéreos votan masivamente ir a la huelga el día 3 de agosto, habiendo renunciado a ese derecho inmediatamente después del decretazo de febrero y habiendo mantenido constantes rondas de negociación con Aena a pesar del acoso mediático y laboral en las que Aena ha mareado la perdiz y ha exigido el beneplácito del «firme usted en la línea de puntos de lo que yo le ponga delante». Se ha pretendido que los controladores aéreos conviertan en Convenio Colectivo los decretazos constantes que el Gobierno y Aena les vayan sacando.
Lema Devesa supedita la negociación con los controladores aéreos a que estos retiren la posibilidad de convocar una huelga. El Sr. Lema parece desconocer completamente la historia, los derechos laborales y el ordenamiento jurídico nacional e internacional. Según la Organización Internacional del Trabajo, el derecho de huelga es uno de los medios legítimos fundamentales de que disponen los trabajadores y sus organizaciones para la promoción y defensa de sus intereses económicos y sociales. La huelga laboral es reconocida internacionalmente como un derecho fundamental de los trabajadores (derecho de huelga), constitutivo de la libertad sindical. Se trata de uno de los derechos de segunda generación, que se reconoce en la actualidad en la mayoría de los ordenamientos internos y en tratados internacionales de alcance universal como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Mientras tanto, el tráfico aéreo español vive una situación insostenible, los medios de comunicación vuelven a la carga con los mantras demagógicos que les han enseñado y la sociedad española sataniza a los controladores aéreos. Pero en este país no dimite ni Dios. El ministro Blanco se niega a dedicar media hora de su tiempo a los controladores, posiblemente porque trata de evitar «la foto» con la resultaría evidente que no ha sabido solucionar la situación. Este acto de ocultar la cabeza en la arena como las avestruces y este silencio clamoroso de Blanco, posiblemente propiciado por Lema, resulta escandalosamente perverso y demuestra la total falta de talante dialogante tanto de Lema como de Blanco.
España ha retrocedido al siglo XIX en materia de relaciones laborales. Otros colectivos profesionales ven peligrar sus convenios colectivos una vez sentado este peligroso precedente, habida cuenta del talante de este Gobierno, de la pasividad del poder judicial y del beneplácito de lo más rancio e irracional de un círculo de empresarios que, lejos de tratar de solucionar los conflictos y hacer más eficaces las empresas, demonizan a los trabajadores y les decretan sin misericordia. Con la implantación del AFIS España ha retrocedido a mediados del siglo XX en nivel de calidad de servicio y seguridad.
Sr. Lema, usted tiene que dimitir y dar paso a alguien que tome decisiones racionales. O dimite, o le van a dimitir a usted desde arriba. Usted ha demostrado una absoluta falta de capacidad de gestión, de diálogo y de liderazgo. Sus modos y maneras dieciochescos y dictatoriales le están haciendo mucho daño a España, al Gobierno que a usted le nombró, al sector turístico español y a cientos de pasajeros que se quieren ir de vacaciones con seguridad y tranquilidad. Váyase, descanse y deje Aena, o lo que quede de ella tras su paso, en manos más expertas que sepan aportar soluciones en vez de crear nuevos problemas.