La privatización de los controladores, ¿a qué precio?
En en año 2003 la Asociación Nacional de Controladores Aéreos norteamericana (NATCA) encargó un informe (adjunto) sobre la posible privatización del control de tráfico aéreo (ATC) de la FAA emprendida por el gobierno de George W. Bush a un catedrático de economía de la Universidad de Columbia, Elliot Sclar.
En este informe se analiza el contexto de la privatización del ATC estableciendo comparaciones con diversos casos internacionales (Canadá, Reino Unido y Australia) y se analiza el impacto de la reducción de costes y la externalización de este servicio en la seguridad aérea y el empleo.
El informe demuestra que ninguna de las iniciativas de privatización del ATC ha mostrado ser eficaz ni en términos de reducción de costes ni en modernización o estabilización financiera.
Más aún, este informe demuestra que la privatización del control del tráfico aéreo ha acarreado un aumento de costes para los usuarios (compañías aéreas y pasajeros), una mayor propensión al fallo técnico y una constante conflictividad laboral que suele pasarle factura a la postre a las arcas públicas.
En Canadá, la privatización disparó los precios de los billetes de avión y se dieron constantes situaciones de falta de personal en las torres de control.
En Australia la privatización desembocó en continuas huelgas de controladores aéreos y fallos técnicos severos que interrumpieron el servicio de control.
En el Reino Unido, NATS tuvo que acudir de nuevo al auxilio del gobierno para contrarrestar las pérdidas financieras resultantes de la privatización, al igual que ocurrió con la privatización de los ferrocarriles.
Elliot Sclar concluye que la privatización del servicio de control no se rige por los mismos parámetros aplicables a otros sectores públicos y que el principio de competencia y libre mercado falla estrepitosamente cuando se aplica a la seguridad aérea y al suministro del servicio de control, esencialmente porque los proveedores privados acaban reduciendo los niveles de seguridad y ponen en peligro la continuidad del servicio. Este escenario es especialmente preocupante si se produce una cadena de subcontrataciones, en la que se pierde la trazabilidad de la responsabilidad y se corre el riesgo de debilitar el sistema frente a amenazas terroristas.
Este catedrático también concluye que si se privatizase el ATC en EEUU los costes se incrementarían más de un 30%.
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