Algo de pedagogía sobre las tasas de AENA
Eloy Orgaz
El explotador aeroportuario cobra tasas a las compañías aéreas por uso del espacio y los servicios aeroportuarios, que después son repercutidas al pasajero en el precio del billete.
En función del tipo de aeropuertos esta tasa es de mayor o menor cuantía. Recientemente el Ministerio de Fomento y AENA han subido su importe, argumentando que estas tasas eran las más bajas de su entorno europeo, posiblemente para aumentar la rentabilidad de los aeropuertos de cara a su privatización. Esta medida ha sido criticada duramente por las asociaciones de compañías aéreas.
El proveedor de servicios de navegación aérea, AENA, cobra a las compañías una tasa de ruta y una tasa de aproximación, que se facturan a través de Eurocontrol. Esta tasa da cuenta del mantenimiento de los servicios, instalaciones y personal de navegación aérea, tanto técnicos como controladores y personal administrativo. Estas tasas han bajado este año un 7% y se pretende una bajada de hasta el 15%. Los sueldos de los controladores sin embargo han bajado de media un 40% desde la Ley 9/2010, luego no existe una proporcionalidad entre la bajada de tasas y la bajada de sueldos del personal controlador.
En la cuenta de gastos de una compañía aérea, el capítulo de tasas supone un 4% del total, frente al más del 40% que supone el combustible, por ejemplo.
Globalmente, la bajada de tasas de navegación no ha sido compensada por la subida de tasas aeroportuarias, de manera que de media la subida es superior al 5%, aunque para algunas compañías y para algunos aeropuertos esta subida es de hasta el 15% (Iberia y Air Europa operando en Barajas y El Prat).
El resultado final es que sube el precio de los billetes de avión y se incrementan los costes de las compañías aéreas, a pesar de la bajada de sueldos de los controladores.
Dado que AENA, en su aplicación de la Ley 9/2010, está acometiendo reestructuraciones de personal controlador y procedimientos operativos muy deficientes (AFIS, monoposición, servicio de plataforma, reducción de personal), el pasajero está pagando más por volar y a cambio recibe un peor servicio.
El pasajero debe conocer estos hechos en aras de la verdad y exigir un determinado nivel de servicio por lo que paga, reclamando a AENA y a las compañías por los retrasos y las molestias que les puedan originar. Si se paga más, se debería recibir más.