“Es asombroso, los militares nos dejan trabajar, no como AENA”
Los controladores tachan de “exquisito” y “excelente” el trato que les dan los soldados. “Te pide el DNI alguien que ya sabe de sobra quién eres”, asegura uno de ellos
Alberto Lardiés. Madrid
Lejos de causar desencuentros, la presencia de militares en las torres y centros de control de los aeropuertos está provocando un ambiente de trabajo que no disgusta a los controladores aéreos. Varios de ellos, que esconden su identidad real por miedo a represalias, aseguran a LA GACETA, con cierta ironía pero sin atisbo de mentira, que prefieren trabajar bajo mando de militares que de los miembros de AENA.
Carolina Rodríguez trabaja en el centro de control de Torrejón de Ardoz (Madrid). “Aquí es donde está el peso del tráfico aéreo, no en los aeropuertos, y yo ayer trabajé cuando llevaba sin dormir 48 horas”, asegura. “La mayoría de los militares –explica– ya estaban destinados en Torrejón, a veces trabajamos mano a mano, nos conocemos”. “Nos tratan con absoluto respeto, desde luego mejor que la empresa; ellos nos han dado la operatividad y la gestión de la sala, así que estamos encantados, si se puede decir así y teniendo en cuenta la tensión que hay, de tratar con ellos”, agrega.
“Profesionales”
“Ellos nos dijeron: ‘Vosotros sois los profesionales’. Y nos dejan trabajar en paz. Mientras, la Policía Nacional está en la puerta, hasta ahora no hemos tenido problemas con ellos, más que nada porque no hemos hecho nada malo como para tenerlos”.
“Durante la asamblea de trabajadores, hubo un momento en que los policías hicieron salir a los delegados para hablar con ellos, pero tampoco hubo problemas, como al parecer sí ha habido en otros lugares”, narra. “La culpa es de AENA, que con su mala gestión nos sitúa en situaciones de conflicto constantes… Y quiero recalcar que no queremos dinero, sino defender la dignidad de la profesión”, remata.
“Es asombroso, nos están dejando trabajar, no como hace AENA”, asegura Javier, otro controlador aéreo que trabaja en el centro de control de Torrejón. “Por primera vez, estamos de verdad tranquilos en el puesto de trabajo”, afirma sarcásticamente. “La situación dentro es tranquila, no hay ningún tipo de presión por parte de los militares, entre otras cosas porque muchos ya nos conocemos de antes”, agrega. “Eso sí, yo creo que seguimos en condiciones psicológicas que no son las adecuadas para estar controlando aviones”, matiza.
Y a continuación, Javier aprovecha para lanzar sus críticas severas al Gobierno y reclamar que la voz de los controladores también encuentre altavoz en los medios de comunicación. “A la situación actual hemos llegado por la tortura psicológica de una empresa y de un Gobierno, que no han parado desde febrero”. “Hay tres factores clave: la presión mediática, para la que no estamos preparados; los problemas que nos ha ido poniendo la empresa; y la falta de seguridad por cómo nos encontramos”. sostiene.
Óscar de la Chica, 35 años, trabaja como controlador en Baleares. “La convivencia con los militares es exquisita, excelente, no hay ningún problema, hay contactos personales porque muchos son conocidos”, asegura.
“Esto no es como AENA. Te dicen las cosas claras y las cumples, sin más discusión. Creo que es así porque hay un alto concepto de la responsabilidad por las dos partes”. “Con AENA –detalla– hay que hacer prácticamente psicología inversa, si quieres algo les tienes que pedir lo contrario para que te lo concedan, pero con los militares es todo mucho más claro… ¿Qué pasará cuando esto se calme y vuelvan de AENA? Más problemas, eso seguro”.
No obstante, se viven momentos de tensión difíciles de digerir. “Creo que en general es una situación más incómoda para ellos; por ejemplo, te pide la identificación, el DNI, alguien que sabe de sobra quién eres”, comenta. “Lo más incómodo para nosotros es a la hora de los relevos, porque te encuentras a una persona que te mira y toma notas. Tú no sabes cuál es su cometido y parece que él tampoco lo sabe muy bien”.
“Criminales”
Para terminar, Óscar reflexiona sobre lo sucedido el pasado fin de semana. “Creo que nosotros hemos perdido el poco crédito que teníamos ante la gente, pero lo de este Gobierno… Nos trata peor que a criminales. El decreto y el estado de alarma son propios de Venezuela, de países sin garantías democráticas... Entre otras cosas, ahora mismo no podemos darnos de baja si queremos dejar el trabajo. Una vergüenza”.
Otro controlador aéreo visitó ayer Intereconomía TV. Aurelio Vázquez consideró que la cúpula del sindicato USCA –a la que el ministro de Fomento, José Blanco, culpa de lo sucedido– “ha sido impulsada por el colectivo para que hiciera algo”. “La gente está agotada, desesperada y nerviosa, y no se puede trabajar en esas condiciones. El decreto del viernes justifica lo injustificable, era una tomadura de pelo y había que hacer algo cuanto antes”, justificó. “Ahora no sé si es seguro subirse a un avión, puedo asegurar que hay controladores trabajando bajo una presión terrible: subirles a punta de pistola a las torres, amenazas con despidos, etcétera, todo eso no ayuda a la seguridad aérea, eso se puede garantizar”.