Tics autoritarios
Juan Van-Halen
Así es como ha querido resolver el Gobierno de Zapatero la situación de los controladores aéreos. Un día anunció la privatización de parte de AENA y al día siguiente decretaba su militarización. Auguro recursos a gogó porque, aunque lego en constitucionalismo, entiendo lo que leo, y no se han cumplido algunas de las prescripciones del artículo 116.2 de la Constitución ni de la ley orgánica aplicable.
El estado de alarma es la primera vez que se decreta en los 32 años de Constitución y por algo será. Su activación abre posibilidades nada tranquilizadoras. ¿Cuándo se decretará y cuándo el Gobierno mirará para otro lado? Miró para otro lado en la huelga salvaje del metro, el pasado junio, que afectó a la libre movilidad de casi tres millones de personas en la Comunidad de Madrid. La entonces vicepresidenta, Fernández de la Vega, exigió al Gobierno de Esperanza Aguirre que lo resolviera. Miró para otro lado en la huelga de transportistas de junio de 2008, que amenazó el abastecimiento de la población, y ese riesgo entra de lleno en uno de los supuestos de la Ley Orgánica 4/1981 de 1 de junio. El estado de alarma puede ser utilizado con miras partidistas. Y hay que recordar que en situaciones excepcionales no se pueden convocar elecciones (art 116.5 de la Constitución). Veremos si se prorroga y hasta cuándo.
La “normalidad” no existe en estado de alarma. No se ha vuelto a la “normalidad”, como dijo Rubalcaba, por más que la medida fuese legal.
Más allá del estado de alarma se constata que al Gobierno le encanta gobernar por real decreto. Ya van 35. ¿Cómo no recordar el real decreto de los recortes sociales, el llamado zapaterazo? Incluso Duran i Lleida, cuyo voto salvó a Zapatero aunque ahora quisiera olvidarlo, lo criticó sin piedad. El Gobierno recurre al real decreto porque, a la hora de convalidarlo en el Congreso, confía en conseguir algún apoyo, aunque resulte costoso.
El Gobierno enseña sus tics autoritarios también en sus vetos a iniciativas parlamentarias de la oposición. Aduce que suponen aumento de gasto, pero hasta Zapatero el asunto se había resuelto por la vía del diálogo. El Gobierno ha vetado 79 iniciativas de la oposición; la más llamativa la propuesta del Partido Popular para suspender la congelación de las pensiones. Este veto está en el Tribunal Supremo a instancias del PP. El Gobierno de González vetó en una ocasión y el de Aznar no vetó ninguna iniciativa de la oposición.
Zapatero llegó a Moncloa prometiendo buen talante, buen rollito, y que el Parlamento se convertiría en el eje de la vida política. No ha sido así. Sólo dialoga con quienes le dan la razón, y eso no supone diálogo, sino la entrega del discrepante. En cuanto al Parlamento, utiliza el veto e incumple sistemáticamente las mociones y las proposiciones no de ley que pierde. Tampoco debemos sorprendernos; el Gobierno que gozamos no va a pasar a la Historia como cumplidor de sus compromisos.
El inefable Bono declaró el Día de la Constitución que quien chantajea al Estado siempre pierde. Ya nos gustaría a muchos que fuese cierto. Los piratas somalíes chantajearon en los secuestros del Playa de Bakio y del Alakrana y hubo también chantaje en el secuestro de siete cooperantes en Mauritania. Se pagó el rescate o se adelantó el dinero, un préstamo que hacía al Gobierno partícipe de un delito. En el caso del Alakrana, el propio CNI se encargó de hacer llegar a domicilio, a la cubierta del barco, los millones de euros del rescate. De lo dicho pomposamente por Bono, nada de nada.
Con el real decreto del estado de alarma Zapatero ha querido aparecer como un tipo duro en sus horas más bajas. Pero el español de a pie se pregunta por qué no traslada esa firmeza, por ejemplo, a sus relaciones con Marruecos. Nuestra política exterior se basa en bajar la guardia, en un buenismo suicida.
El Gobierno concedió en 2005 la Gran Cruz de Isabel la Católica, que hay que echarle cuajo, al general Hosni Ben Sliman, jefe de la Gendarmería marroquí, personaje sobre el que recae una orden de busca y captura de la Interpol por presunto delito de asesinato, a instancias del juez francés Patrick Ramaël. En 2010 ha recibido la Gran Cruz de Carlos III el ex ministro y ex jefe de Gobierno marroquí Dris Jettou, cerebro de la ocupación de la isla de Perejil. Hace poco Rubalcaba recibió en su despacho al buscado Ben Sliman y no lo puso a disposición de la Justicia gala.
¿Por qué tanta delicadeza de Zapatero ante Marruecos y sus jerarcas en lugar de esgrimir la mano dura que ha mostrado a los controladores? ¿Qué se teme de Marruecos? ¿Qué calla Rabat? La opción manu militari, la firmeza, se entendería si no se convirtiese en debilidad cuando y con quienes le peta al presidente políticamente insepulto.
* Juan Van-Halen es académico correspondiente de la Historia y senador.
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