Baudelaire y los controladores aéreos
Juan Manuel de Prada. ABC. 11/12/2010.
AFIRMABA Baudelaire que «cualquiera puede tiranizar una gran nación, apoderándose del telégrafo y de la imprenta nacional». Eso sería antaño y en una gran nación; hogaño y en una nación hecha unos zorros como la nuestra, al tirano le basta con intoxicar las tertulietas radiofónicas y televisivas, que son el oráculo de la llamada opinión pública. «Sabemos que tenemos en contra a la opinión pública», repite compungido un portavoz de los controladores aéreos; y, en efecto, no hay tertulieta radiofónica o televisiva donde no los pongan nevaditos de gargajos, como los estudiantes de Alcalá pusieron al Buscón. Y así, nevaditos de gargajos por los prohombres y prohombras de las tertulietas, los controladores son entregados a la plebe, para que desahogue con ellos su resentimiento, mientras el tirano hace lo que le peta.
España es esa nación hecha unos zorros donde el tirano puede dejar sin subsidio de subsistencia a seiscientos mil parados, sin que la «opinión pública» se inmute; en cambio, dejan sin avión a los excursionistas y en las tertulietas no hay prohombre ni prohombra que no eche su gargajo sobre los controladores aéreos, que ya se han convertido en el muñeco de pimpampum favorito del régimen. Y no le falta razón al régimen, pues lo que hicieron los controladores fue alterar la paz social del puente de la Maculada Constitución, cuando el número (decreciente) de los que trabajan y el número (creciente) de los parados se funden en una misma masa fraterna e igualitaria, en la que los parados pueden hacerse la ilusión de estar de vacaciones. Si la utopía del socialismo antañón era la sociedad sin clases, la utopía de esta gran fábrica de parados que es el socialismo hodierno es la sociedad de vacaciones, donde los parados llegan a creer que disfrutan de un domingo perpetuo; y donde quedarse sin puente jode más que quedarse sin subsidio de subsistencia. Por perturbar esta utopía, el régimen castiga a los controladores aplicándoles la ley militar. España es esa nación hecha unos zorros donde a los controladores se les aplica la ley militar para meterlos en la cárcel, mientras a los batasunos se les aplican todo tipo de tretas leguleyas para sacarlos.
En una cosa, sin embargo, se parecen los batasunos y los controladores: y es en que el principio de seguridad jurídica no rige para ellos. A los batasunos el régimen los considera hombres de paz o delincuentes según convenga a sus cálculos electoreros, hasta lograr que ellos mismos se hagan la picha un lío cuando se miran en el espejo cada mañana, sin saber si ese día les toca ser el doctor Jeckyll o míster Hyde. Y a los controladores el régimen les cambia su estatuto jurídico hasta diez veces en un año, mediante sucesivos decretazos que los condenan al limbo de la indefensión; y si se rebelan contre este baile de San Vito legal, les aplican la ley militar. Zapatero, con esa jeta en fase de derretimiento que exhibe últimamente (ya no sólo los papitos, hasta las cejas le blandulean), ha dicho muy solemnemente que nadie puede tomar como «rehenes de sus reivindicaciones a los ciudadanos»; en lo que miente como un bellaco, pues eso es lo que hicieron los empleados del metro de Madrid, para regocijo de Rubalcaba. Claro que, en aquella huelga del metro, se consiguió que los trabajadores se tuviesen que quedar en casa, como si estuviesen parados, lo que redunda en beneficio de esa utopía del socialismo hodierno, que es la sociedad de vacaciones. La huelga de los controladores aéreos, en cambio, conspira contra esa utopía, lo que los convierte en reos de alta traición. De este modo se tiraniza a una nación hecha unos zorros, Baudelaire.
http://www.abc.es/20101211/opinion/controladores-aereos-20101211.html