Un avión de Iberia estuvo a punto de chocar con un helicóptero la tarde del caos aéreo
Un controlador denuncia a LA GACETA el incidente de máxima gravedad, confirmado también por un piloto de la aerolínea. AENA decretó el cierre del espacio aéreo dos horas antes del plante del colectivo.
S. Burgos y J. García. Madrid
El viernes 3 de diciembre un avión de Iberia y un helicóptero militar de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (Famet), con base en Colmenar Viejo, estuvieron a punto de colisionar en el cielo a 7.000 pies de altura en el punto Tobek. La aeronave de pasajeros, un Airbus 320, realizaba las labores de aproximación al aeropuerto de Barajas cuando se interpuso en su trayectoria el helicóptero. Así lo ha relatado a LA GACETA un controlador del centro de Torrejón de Ardoz y así ha podido confirmarlo también este diario directamente de un piloto de la aerolínea española. Este incidente, catalogado como de Clase A en el argot de los profesionales de la aviación, terminó de hundir la moral de los controladores, que, minutos antes, habían recibido del sindicato USCA la confirmación de que el Consejo de Ministros había aprobado el decreto que se temían.
A PUNTO DE COLISIONAR
Un error de cálculo pudo acabar en tragedia el día del caos aéreo
Mientras el Gobierno está dispuesto a mantener la paz en el aire a punta de pistola lo que dure la Navidad, siguen trasciendo nuevos detalles sobre la huelga salvaje de controladores que ha centrado la actualidad de los últimos días.
De hecho, parece que no es oro todo lo que reluce desde que el Ejecutivo declaró el estado de alarma para neutralizar a los controladores y evitar sus chantajes. Y para muestra un botón; tal como publica La Gaceta este miércoles el mismo día 3 de diciembre (el de la huelga salvaje) un avión de Iberia y un helicóptero militar de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra estuvieron a punto de colisionar en el cielo a 7.000 pies de altura en el punto Tobek.
Según ha relatado un controlador del centro de Torrejón de Ardoz al diario de Intereconomía y ha confirmado un piloto de Iberia, la aeronave de pasajeros, un Airbus 320, estaba aproximándose al aeropuerto de Barajas cuando se interpuso en su trayectoria el helicóptero.
El incidente, catalogado de Clase A en el argot, parece que terminó de hundir la moral de los controladores, que poco antes habían recibido la confirmación de que el Consejo de Ministros había aprobado el decreto de sus desdichas.
El incidente, “que por fortuna no se da todos los días, porque, en ese caso, el riesgo de colisión es bastante elevado”, se produjo apenas 10 minutos después del cambio de turno de las 15.00. Más aún, “la culpa la tuvimos las controladores”, asume el confidente anónimo, “que en ese momento, con toda la presión a la que nos estábamos viendo sometidos, no nos sentíamos competentes para desempeñar nuestro trabajo”.
Siempre según la versión de este controlador, este grave incidente pudo ser el detonante para que 61 profesionales de los 2.409 que integran el colectivo decidieran acogerse al artículo 34.4 de la Ley de Seguridad Aérea en virtud del cual el personal aeronáutico “tiene la obligación de abstenerse de ejercer dichas funciones y de realizar tales actividades en caso de disminución de la capacidad física o psíquica requerida”.
Pero además, según su testimonio, el Gobierno no está diciendo toda la verdad en torno a los hechos de la ya conocida como huelga salvaje del puente de diciembre. Con documentos confidenciales en mano, asegura que el cierre del espacio aéreo se produjo a las cuatro de la tarde y no a las seis, como sostiene el Ministerio de Fomento de José Blanco. Vamos, que “la decisión estaba tomada de antemano. Antes de que a la dirección de AENA le llegaran nuestras cartas acogiéndonos al artículo 34.4, el Gobierno ya había dado instrucciones al respecto. Resulta sospechoso que en Recursos Humanos de AENA se mostraran tan solícitos durante el rato que tardamos en redactar y enviar nuestros documentos”.
El incidente pudo pasar desapercibido para los pasajeros -al producirse a una altura de 7.000 pies-. Sin embargo, marcó el estado de ánimo del controlador que, en ese momento, realizaba el seguimiento.
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