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Nacionalizar Heathrow

Andy Robinson

“Me entran ganas de decir que Heathrow debería estar nacionalizado”, escribe esta semana Philip Stephens, el columnista del Financial Times tras otro día atrapado en la Terminal 3 del aeropuerto londinense, victima, en segundo lugar, del tiempo de perros del invierno británico  y, en primer lugar, de la gestión de perros de la operadora de Heathrow, British Airports Authority. BAA, hay que decirlo, es propiedad de la constructora española Ferrovial que se hizo con el contrato de gestión de Heathrow hace cuatro años por 15.000 millones de euros tras la privatización de los aeropuertos británicos llevada a cabo por los gobiernos laboristas de Tony Blair .

Quizás Stephens no se dio cuenta de la ironía de su comentario visto desde España cuyo gobierno socialista acaba de anunciar la privatización de Barajas y El Prat en una venta que un inmobiliario neoyorquino calificaría como  fire sale, una venta por incendio, es decir, provocada por una emergencia que reduce de manera drástica el precio del activo. O que José Borrell quizás habría calificado de “pan para hoy, hambre para mañana” aunque en el caso de los pasajeros atrapados en el Heathrow de Ferrovial –un laberinto de centros de shopping y  franquicias cutres de fast food- la frase indicada quizá sería “Burger King o hambre para hoy y para mañana también”.

España entera aplaude en estos momentos la decisión del gobierno de militarizar y luego privatizar los aeropuertos   -una secuencia que quizás habría encantado a los Chicago Boys de Augusto Pinochet- para castigar a los controladores aéreos que han chantajeado al pueblo. Pero Stephens, antes  admirador de Blair y del laborismo privatizador, parece haber tenido una conversión al estilo de San Pablo en el Camino a Damasco en uno de los pasillos automáticos averiados y mal iluminados de la Terminal 3 de Heathrow.

Tras aterrizar en Heathrow en un vuelo desde Estambul, Stephens tuvo que pasar tres horas sentado en el avión mientras se esperaba la llegada de nuevos suministros de líquido descongelador para los aviones que ocupaban los slots  antes de salir para la pista. Finalmente al entrar en la Terminal el periodista contempla un paisaje desolador de “escaleras automáticas rotas, agujeros en el techo y alfombras sórdidas, un emblema de declive nacional”. Es en ese momento catártico en el que se da cuenta de que el problema es la propiedad privada en tiempos de monopolio y deuda.

”Yo siempre pensaba que el problema era bastante sencillo”, escribe Stephens. “BAA , el operador de Heathrow  era propietario de todos los grandes aeropuertos del sur de Inglaterra. Y el propietario de BAA, la empresa española Ferrovial, se había endeudado de manera tan fuerte para comprar BAA que le quedan enormes cantidades de deuda para refinanciar. Por eso, BAA había dejado de invertir en infraestructura básica en favor de realizar beneficios rápidos. El único dinero que se gastaba  en Heathrow era para expandir las concesiones comerciales lucrativas”.

Y prosigue: “El análisis mío estaba acertado hasta cierto punto. Tampoco podías echar la culpa a BAA por extraer rentas de monopolio. Es lo que hacen las compañías en circunstancias como esas. Pero el operador era demasiado avaricioso y tras la indignación pública respecto al estado espantoso de Heathrow, las autoridades forzaron a BAA a vender sus otros aeropuertos”, escribe.

Sin embargo, continua, es obvio que “un grado modesto de competencia no es suficiente (…) BAA no ha abandonado sus viejas y malas costumbres –es decir, sacar todo el dinero que pueda de Heathrow para pagar el servicio de la deuda de Ferrovial-”. Heathrow, concluye Stephens, “pone de manifiesto un problema grave; la cultura de la propiedad privada, la ingeniería financiera  y auditorias basadas en el corto plazo sabotean las inversiones  en grandes infraestructuras”. Finalmente, Stephens, uno de los ex ideólogos  del blairismo, se plantea la nacionalización como solución.

Hay que estar agradecido a Ferrovial de que su gestión de Heathrow sea tan irresponsable que hasta un columnista ex blairista del Financial Times se ha convertido en defensor  de la propiedad pública de los aeropuertos.  Pero los años de avaricia y luego de desendeudamiento desesperado de empresas como Ferrovial no solo ha convertido a Heathrow en un emblema de declive nacional británico sino que son los orígenes de la crisis española. Ferrovial, como muchas otras nuevas multinacionales españolas, aprovechó  la financiación barata  tras la creación del euro para endeudarse hasta las cejas y así emprender sus rentables aventuras en el extranjero.  Diez años después, la imposibilidad de refinanciar  esta deuda empresarial es la gran carga que  arrastra la economía española .

España, tras dar pasos agigantados en su modernización gracias una infraestructura principalmente de propiedad estatal –desde el AVE a los aeropuertos-  se parece  cada vez más a un  macrocosmos de la Terminal 3 de Heathrow . Sus  anteriores  logros se ven amenazados por el endeudamiento temerario y catastrófico de empresas privadas, inmobiliarias,  bancos y, solo en el ultimo lugar,  ciudadanos particulares que buscaron inversiones seguras en el ladrillo.

Pero lo mejor lo he dejado para el final. El socialismo  market friendly ahora no de Blair sino de Zapatero, puede estar a punto de hacer negocio con Ferrovial de precio mucho más razonable que Heathrow. La empresa  probablemente se encontrará entre los concursantes en la privatización de los aeropuertos españoles que el estado debe llevar a cabo cuanto antes para satisfacer a los inversores en bonos.

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