Visita al aeropuerto faraónico que no tiene pasajeros ni aviones
20/12/2010 | Fernando de Luis-Orueta/Miguel Fernández Flores
Iba para plataforma internacional pero se ha quedado en sumidero de inversiones. El Aeropuerto Central de Ciudad Real, el primero privado de España, acaba de cumplir dos años. Diseñado para tener 2’5 millones de viajeros al año, en 2010 sólo lo han usado 31.000. Un paseo por las instalaciones deja al descubierto un proyecto extravagante y al borde de la ruina.
El Aeropuerto Central de Ciudad Real, el único privado de España, ha cumplido este sábado dos años de actividad. En fecha tan señalada registró la abrumadora cifra de dos vuelos comerciales: uno por la mañana, que va y viene de Barcelona, y otro por la tarde, que hace lo propio desde París. Fueron los primeros desde el miércoles, cuando la quietud del Campo de Calatrava quedó brevemente interrumpida por otros dos aviones con idénticos destinos.
El Central lo tiene casi todo: sobre una superficie total de 1.234 hectáreas hay un aparcamiento para 900 coches y una terminal de 28.000 metros cuadrados que cuenta con24 mostradores de facturación, diez puertas de embarque, una gran cafetería, una sucursal bancaria, despacho de intervención de armas… De todo menos pasajeros.
El dossier de prensa, retirado ahora de la página web, alardea de su capacidad para 2,5 millones de viajeros al año, 2.000 a la hora. Sin embargo, el primer año de funcionamiento sólo hubo 53.557. En el segundo, a falta de las cifras de diciembre, van 31.090, un 34% menos. Por ejemplo, el miércoles por la mañana, en el avión procedente de Barcelona llegaron unas 25 personas. “Pues habéis pillado un buen día”, segura Carlos Otto-Reus, el periodista que ha seguido más de cerca la evolución del aeródromo. “Cuando yo tomé ese avión, íbamos seis”.
“Antes, con el vuelo a Londres, sí que se notaba movimiento, pero ahora…”, cuenta Carlos Magán, taxista desde hace 7 años, un tanto sorprendido de tener que llevar a alguien hasta el aeropuerto. La conexión con la capital británica duró sólo seis meses, hasta queRyanair decidió cerrar la línea, después de varios tiras y afloja, alegando que la empresa que gestiona el aeródromo había “incumplido sus acuerdos comerciales”. También Air Berlin tiró la toalla el pasado mayo, a pesar de las subvenciones que recibía del Gobierno de Castilla La Mancha. Ahora sólo queda Vueling, que conecta desde hace poco más de un mes con Barcelona (cuatro veces a la semana) y París (dos frecuencias).
“No me quedo aquí, porque no creo que coja a nadie”, dice Magán al llegar. Y, en efecto, frente a la terminal no aguarda ni uno de sus compañeros. Como mucho se identifica algún taxi privado y una inmensa limusina, los coches que utilizan los aficionados a la caza con más posibles, que llegan en avión privado para aprovechar la apertura de la veda. En la documentación del aeropuerto aseguran que han llegado a coincidir 17 jets, pero el día de nuestra visita sólo pudimos ver uno.
Un mausoleo
Las naves de la terminal, tan silenciosas, tienen cierto aire catedralicio. Un templo al despilfarro o, quizá, un gran mausoleo para la fiebre de la construcción que inundó España hasta enfangarla. Porque el Central no es un aeropuerto modesto: su pista de aterrizaje de 4 kilómetros, que arranca a las afueras de Cañada de Calatrava y se detiene a la entrada misma de Villar del Pozo, es la única de España en la que puede operar elgigante Airbus A380. En la zona de parking caben diez Boeing 747 (el mítico Jumbo) y aún quedaría espacio para tres naves de carga. Pero aquí el único rugido que se escucha es el del AVE, que pasa de largo por uno de los extremos de la terminal. Tenía que haberse construido un apeadero, pero sólo existe una enorme pasarela que se rompe vertiginosamente sobre las vías del tren.
“¿Está esto siempre tan tranquilo?”. Juan Carlos Sánchez, el jefe de la cafetería La Barrila, responde con un amplio “Sí” mezclado con un suspiro mientras dibuja una sonrisa sardónica que vale por lo que calla. Enseguida rehúye la conversación. “¡Dani! ¿Qué te pongo? ¿Y a ti, Chema?”. Conoce a la mayor parte de sus clientes, los trabajadores del aeropuerto que hacen la pausa de media mañana. De las dos o tres decenas de viajeros que van a tomar el único vuelo de la mañana, sólo Inmaculada, vecina de Brazatortas, cerca de Almodóvar del Campo, se acerca a la barra a pedir una tila y un par de descafeinados para las dos amigas que la han llevado.
“Este aeropuerto ha sido un despropósito desde el momento en que se empezó a idear”, asegura Otto-Reus, que se ha convertido a su pesar en el azote del proyecto. Unpost en su blog personal denunciando los desmanes le costó el despido del diario El Día de Ciudad Real, propiedad de uno de los promotores. “Aquí ha habido muchos intereses cruzados. Por ejemplo, entre los contratistas del aeropuerto están los propios socios”.
El principal accionista es Inversiones Aeroportuarias del Centro que reúne a empresarios como Domingo Díaz de Mera (figura capital en la economía ciudarrealeña), Aurelio González Villarejo, Antonio Méndez Pozo, los hermanos Barco y la familia Sanahuja. Le sigue la Caja Castilla La Mancha, con algo más del 30% del capital. Sus acciones, para rizar más el rizo, han sido puestas en manos del Fondo de Garantía de Depósitos después de que el Banco de España interviniera la entidad el año pasado.
Ayudas públicas
Pero el temor al pelotazo arrecia al poner el foco sobre la actitud de las instituciones públicas que, lejos de mantenerse al margen de este proyecto privado, han aportado fondos para tratar de evitar el colapso. Hace unos meses todas las administraciones, desde los ayuntamientos de la zona hasta la Diputación pasando por la Cámara de Comercio decidieron crear un consorcio púbilco para promocionar el uso del aeropuerto y dinamizar así el turismo en la zona. Es así como Vueling ha recibido 2,36 millones de euros. “Viene a ser un ‘te pago los asientos que no llenas”, asegura Otto-Reus.
Ante este panorama, a nadie extrañará que un juez decretara el concurso de acreedores el pasado 1 de junio. Los administradores, que se han negado a responder las preguntas de Lainformacion.com, han presentado un ERE –aún pendiente de aprobación– que supondrá recortes salariales del 15% para toda la plantilla y mandar al paro durante seis meses al 90% de ellos.
Pez fuera del agua
La enorme sala de llegadas que ocupa toda la planta baja está casi siempre cerrada, apagada y en un silencio sepulcral que la mañana de nuestra visita sólo interrumpe los lamentos de Magdalena, una mujer de mediana edad de Pozuelo de Calatrava, que se siente como pez fuera del agua. Se ha dejado el puchero en el fuego, le aterroriza subir por el tapiz rodante a la planta superior y no quiere ni oír hablar de comprar un billete para volar a Barcelona, donde tiene familia. Está allí esperándoles, pues vienen unos días de visita. Al poco, las pantallas anuncian el aterrizaje del único vuelo de la mañana. Minutos después se abre la puerta y salen 25 pasajeros. Tras ellos, dos azafatas de Vueling y un guardia de seguridad, que se asegura de que todo vuelva a quedar bien sellado.
Fuera esperan dos autobuses de línea: uno a Ciudad Real, que toman 10 personas. Otro a Puertollano, al que suben dos. Mientras, los viajeros rumbo a Barcelona ya han embarcado y el avión está listo para despegar. Aunque, desde luego, no hay cola para entrar en pista, el piloto aguarda pacientemente la hora prevista. Por fin recibe el «Go». El Boeing rueda, acelera y se eleva sobre un rebaño de ovejas hasta desaparecer. Ni se inmutan. Saben que pasarán muchas horas hasta que otro les vuelva a molestar.