El cocinero, el ladrón, su mujer y… la información aeronáutica
La semana pasada tuvo lugar en en Congreso de los Diputados un «acto» sobre el que pocos medios de comunicación se han hecho eco, aparte de la inefable y queridísima Marisa Recuero, que no se pierde un cotarro ni con las piernas rotas: el seminario sobre Información y Seguridad bla bla bla.
Este «acto», notable, sorprendente y colorista reunió a lo más granado del panorama aeronáutico pastoril de la seguridad aérea de pandereta, unos 200 insignes. La web del COPAC (colegio de pilotos) hace la siguiente crónica de la «soireé»:
«El COPAC, en colaboración con OACI, celebró los pasados 24 y 25 de marzo un seminario internacional en el Congreso de los Diputados bajo el título «Información de Seguridad: Cooperación entre las Autoridades Aeronáuticas y Judiciales. Programas Estatales de Seguridad, Sistemas de Gestión de Seguridad e Investigación de Accidentes».
El seminario tuvo un gran éxito de participación -220 asistentes y cerca de 300 conexiones a través del streaming que se habilitó en la web de COPAC- y suscitó un gran interés, tanto desde el punto de vista aeronáutico como judicial.
En línea con lo ya manifestado en 2010 por la Asamblea General de OACI, todos los ponentes y autoridades presentes coincidieron en la necesidad de establecer protocolos de colaboración que protejan a las fuentes de información de seguridad operacional para lograr que exista un flujo de información constante que permita adoptar medidas preventivas para evitar accidentes.
Así mismo, se manifestó la necesidad de establecer y exigir responsabilidades cuando se produzca un accidente o incidente grave, sin que en ningún caso haya espacio para la inmunidad, una labor que le corresponde a la administración justicia y que, como manifestaron sus representes en el seminario, están dispuestos asumir en base a un mayor conocimiento del sector aéreo.
En este sentido, tal y como establece la recientemente aprobada Ley de Seguridad Aérea, deben establecerse mecanismos de coordinación entre las Administraciones de Justicia y Fomento que faciliten esa cooperación. Una vez finalizado el seminario, el COPAC ya está trabajando para que esa colaboración sea lo más fructífera y eficaz posible».
Para los que no estén acostumbrados a estos cotarros donde se corta el bacalao y se parte y reparte la cosa, a priori, pinta bien y parece procedente. ¿Recuerdan el escándalo por las filtraciones de grabación de voz en el accidente de Spanair en Barajas por parte de la cadena Ser? Pues eso.
Sin embargo frente a las grandilocuencias y las poses, Aena tiene una obsesión enfermiza por escudriñar las grabaciones de voz en busca de sapos, culebras, ectoplasmas y ollas de oro, al margen de lo que dispone la legislación internacional sobre privacidad, custodia y finalidad de estas grabaciones. Esta fijación obsesiva de Aena se ha plasmado en el «pimentelazo» del convenio/laudo/inyección letal de los controladores en negro sobre BLANCO.
La hipocresía destilada del «acto» se vio interrumpida por la frescura y locuacidad de Enrique Piñeyro, el «enfant terrible» que les pone a los figurines de la aviación los pelos como escarpias cada vez que abre la boca. En los corrillos, pasillos y mentideros, en los besamanos de rigor y en los ágapes que acompañaron al «acto» muchos se preguntaban si realmente habría servido de algo convocar al clero aeronáutico a este cónclave de la privacidad, al conocer como conocen los vericuetos de los «lobistas», las corruptelas de la poltrona, las filtraciones interesadas y los intereses económicos descarados que hacen de volar una apuesta tan arriesgada hoy en día.
Lo peor del acto, sin duda, el modelito de alguna a la que le quedan dos telediarios en Luca de Tena.