La herencia envenenada
John White
Si nada lo impide, y esperemos que así sea por el bien de todos, “este” PSOE dará con sus huesos en el suelo en las próximas elecciones generales. El que un partido reciba la manta de palos que ha recibido este en las últimas elecciones municipales y autonómicas debería hacerles reflexionar serenamente. Pero sobre todo, irse cuanto antes.
El caso particular de la gestión del Ministerio de Fomento llevada a cabo por el Sr. José Blanco merece una mención especial. Su equipo directivo compuesto por Juan Lema y Carmen Librero han conseguido lo que pocos podrían si se lo proponen: desmembrar el sector aéreo hasta sus raíces.
Aena se ha privatizado. Se ha roto el modelo en red que tanto se ha defendido durante años desde la creación de la entidad pública empresarial en 1992. Una gestión irresponsable basada en los aeropuertos champiñón y obras faraónicas desmedidas han convertido a España en el hazmerreír de la prensa extranjera. El término “aeropuerto fantasmagórico” ya forma parte del acervo cultural.
España lidera los retrasos en Europa. Y con mucha diferencia. El espacio aéreo español está absolutamente colapsado y solo se les ocurren medidas que merman abiertamente la seguridad aérea.
No existe independencia entre el regulador y el proveedor: tanto la comisión de investigación de accidentes e incidentes como la agencia estatal de seguridad aérea dependen de Fomento, y para más impudor el director de operaciones ATM de AENA es quien fija arbitrariamente las capacidades de los sectores y los aeropuertos.
España también ostenta el indigno y vergonzoso récord de tener más incidentes aéreos que cualquier otro país del espacio de Eurocontrol.
La que fue compañía insignia de bandera española, Iberia, se encuentra atravesando graves problemas de conflictividad laboral con sus pilotos.
Las tasas aeroportuarias se han disparado, por más que intenten vender desde la actual gestión que ha bajado la tarifa unitaria en ruta.
El colectivo de controladores, insuficiente y satanizado, se encuentra en una encrucijada profesional que hace peligrar el cuello de botella de toda la navegación aérea en pleno proceso de adaptación al Cielo Único Europeo.
¿Soluciones? No es tan complicado si se quieren hacer bien las cosas. Inversiones acertadas y de acuerdo con la demanda, más controladores aéreos con formación pública, independencia del regulador y del proveedor y no sacrificar la seguridad aérea por la cuenta de resultados.
El Partido Popular, con grandes posibilidades de alzarse con una mayoría absoluta en las próximas elecciones generales, deberá tomar las riendas de la calamitosa situación aeroporturia española o el caramelo envenenado del Sr. Blanco les estallará en la boca con todo su sabor. Otro tanto se aplica a aquellos que se estén aligerando el bolsillo al invertir en el nuevo experimento. Tal vez sea eso precisamente lo que pretende Blanco: que todo estalle cuando él ya no esté. Y parece que no lo ven.