Opinión,  Política,  Privatización,  Seguridad Aérea

El desmantelamiento de la cúpula de AENA

John White
 
Vivimos días en los que es difícil abrir un periódico sin encontrarnos tres «palabros» que deberían convertirse en «trending topics» en Twitter:
«Palabro» número 1: cúpula. «Palabro» número dos: desmantelamiento. «Palabro» número tres: privilegios.
Ayer los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado irrumpieron en la sede de la SGAE y trincaron por las orejas al odiado Teddy Bautista y a varios de sus correligionarios. Ese personaje con nombre de osito ñoño, que se ha lucrado con la música de las bodas y de la representación del Alcalde de Zalamea, ese curioso personaje que con el beneplácito del gobierno (?) del PSOE ha destrozado el principio de presunción de inocencia al cargarnos un canon digital en la compra de medios de almacenamiento y reproductores multimedia, tendrá que dar ahora explicaciones ante la Justicia, que también permaneció callada durante años ante sus presuntas tropelías y meteduras de mano en la caja. «Total, como van a piratear, pues ya les cobramos un canon». La condena del Parlamento Europeo a estas prácticas abusivas no pareció incitar a la ministra Sinde, «esa cineasta», a mover ficha, sino más bien la contrario: se afilió a la SGAE siendo ya ministra. Hoy Victor Manuel, Alejandro Sanz, Ramoncín y otros destacados artistas de los que firman manifiestos callan en sus cubiles de paraísos fiscales, no sea que les salpique el escándalo del osito Bautista, que ya está «cantando» ante la benemérita no se sabe si cobrando un canon o no.
Pero hay otro Bautista menos conocido que medra por los pasillos de la Dirección General de Aviación Civil desde tiempos inmemoriales y que mantiene un contencioso por acoso laboral a un inspector aeronáutico de apellido Aguado. Sirva esta frase colada de rondón para destapar otra cúpula facinerosa y si quieren saber más sobre «el otro Bautista» acudan a Google que para eso está.
El sector aeronáutico vive horas bajas después de los experimentos privatizadores de la cúpula de Fomento y AENA y el silencio sepulcral de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea dirigida por doña Isabel Maestre ante el «plan de choque» del difunto ente público para combatir los retrasos. Estos retrasos, al igual que los incidentes de severidad «A» (cuasicolisión) alcanzan proporciones bíblicas e incitan a europarlamentarios que además son pilotos a afirmar que no volarán en España si pueden evitarlo.
Hilvanando los tres «palabros» debo preguntarme por los «numerosos privilegios» de la dirección de AENA, @aenaaeropuertos o como quiera que se llame el nuevo engendro. Juan Ignacio Lema simultanea tantas presidencias que se le podría atribuir el don de la ubicuidad, como a las monjas santas. Sería menester sacar a la luz las retribuciones del Sr. Lema con objeto de que pudiésemos analizar si su nefasta gestión empresarial ha ido también acompañada de «numerosos privilegios» absolutamente desproporcionados. Sería también muy recomendable exigirle al Sr. Lema Devesa responsabilidades directas por todo lo acontecido en este país de aeropuertos fantasma y estados de alarma alarmante desde su llegada a la presidencia del difunto ente público a través de su cargo de consejero en la constructora San José.
En última instancia, si hablamos de cúpulas no debemos olvidar al ilustrísimo señor Ministro de Fomento D. José Blanco, «inútil total con importantes dosis de caradura» como diría Rajoy, que al fin y al cabo puso digitalmente al Sr. Lema en sus poltrona de tapizado extravagante. Los «numerosos privilegios» del inefable ministro son a todas luces evidentes: coche oficial, jubilación dorada, retribución como diputado cunero, retribución del partido y Dios sabe cuantas cosas más que todos los españoles deberían conocer por la transparencia más elemental.
Los Bautistas de turno comparecen ante la Justicia, pero los políticos y directivos de AENA que han propiciado este desastre quieren salir por la puerta de atrás y cargarle el muerto al que venga.
Debemos exigir las oportunas responsabilidades patrimoniales, políticas y judiciales.
La cúpula de AENA debe ser, por tanto, desmantelada a la máxima brevedad.

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