¿Privatizar o no privatizar AENA? Depende de la moda

R.G. / J.W.

En el año 2000, el entonces Ministro de Fomento del PP, Arias Salgado, ya hizo público un esquema de privatización de AENA que guarda grandes paralelismos, por no decir que es un calco, con el modelo actual del PSOE.

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INECO y Arthur Andersen diseñaron entonces la separación de los aeropuertos de la navegación aérea, la capitalización mediante venta del 49% de la nueva sociedad y su posterior salida a bolsa.

Posteriormente, Álvarez Cascos paró en seco este plan ante la previsible avalancha de viajeros y el espectacular crecimiento del transporte aéreo que se vaticinaba para los próximos años, como así ocurrió.

AENA logró beneficios record hasta 2004. Posteriormente, las inversiones en Barajas y El Prat así como en una red de aeropuertos «fantasma, la caída del transporte aéreo y una gestión deficiente llevaron a la ya extinta entidad empresarial AENA a una calamitosa situación de endeudamiento -12.000 millones- y a pérdidas anuales superiores a los 300 millones.

Mariano Rajoy interpeló a José Blanco en el debate sobre el estado de alarma diciendo: «El Ministro de Fomento es un inútil total, con importantes dosis de caradura», repitiendo las palabras que Pérez Rubalcaba aplicó a Arias Salgado cuando era ministro de Fomento tras unos retrasos en Barajas en 1999. La ciclicidad de la política es sorprendente.