Tenemos un muerto en el armario pero en lugar de sacarlo y abrir ventanas para que corra el aire, lo que procede es
atestar la habitación de flores, en pos de un mal entendido sentimiento de amor compartido por el terruño, a ver si así el aroma disimula la evidencia.
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Se jacta el señor Lema de no haber utilizado malas artes contra los controladores aéreos y, como a maquillador de datos parece que hay pocos que le ganen, se permite decir que el número de controladores pasó de 1600 en el año 2000 a 2300 en el año 2008. Que el presidente de AENA suelte una generalización de tal calibre sin despeinarse, no debiera sorprendernos. Es más, diría que es hasta esperable vista la catadura moral que se gastan algunos miembros de la directiva del ente público, pero que el articulista en cuestión dé por válido el argumento sin molestarse en contrastarlo no es que sea preocupante, es para echarse a temblar ante lo que algunos entienden por periodismo.
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Para que el dato fuera riguroso, sería más que conveniente aportar ciertos matices como por ejemplo cuántos de esos
1600 controladores que había en el año
2000 eran
operativos -trabajaban en frecuencia- y cuántos estaban destinados a otras funciones. Del mismo modo, sería deseable saber si la ratio de contratación era directamente proporcional al número de controladores que fueron dejando de trabajar en frecuencia en el periodo
2000-2008, porque lo que está clarísimo es que, a día de hoy, y como ya constató
el diputado Andrés Ayala en el Congreso aportando datos sobre los datos falsos que
AENA envió a
Eurocontrol, no hay 2300 controladores operativos ni en sueños. De hecho, lo que provoca la falta de ellos son pesadillas constantes en forma de demoras.
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Continúa el señor Lema diciendo que el número de horas creció exponencialmente en ese periodo de tiempo, pero en ningún momento reconoce que eso se debe al incremento del tráfico aéreo y la imposibilidad de cubrir el servicio con el personal existente trabajando los turnos reglamentarios. No veo tampoco en sus declaraciones, ningún reconocimiento de la no contratación de 150 controladores, compromiso que adquirió con USCA cuando se firmó el acuerdo de módulos que permitía a AENA sacar el servicio adelante con la plantilla existente. Culpabiliza y demoniza a los trabajadores porque los emolumentos en horas extras se dispararon, pero no veo ningún tipo de autocrítica por su parte ante la evidente incapacidad de gestión mostrada. Lo cierto es que desde el año 2006 no se forman controladores radar en España y los que se han formado para recibir una habilitación en torre, están en el paro. Luego, si la solución para reducir el número de horas extras pasaba por nuevas contrataciones ¿por qué no se hizo? ¿No sería que ante la ya más que decidida privatización del ente, a la empresa no le convenía correr con los gastos de formación, salarios y condiciones tales como la Licencia Especial Retributiva (LER) estipuladas en convenio colectivo?
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Alardea también el señor presidente de AENA de que la deuda de la empresa deriva única y exclusivamente de las inversiones hechas en infraestructuras y asegura además que es puntual. Entonces ¿Por qué privatizar? ¿Por qué vender Barajas por 3700 millones de euros tras haber invertido 6185 en su remodelación? Y ¿qué me dicen de los 1600 millones que se pedían por Barcelona El Prat cuando la inversión en la T1 supuso alrededor de 3000 millones de euros?
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La proliferación de aeropuertos por todo el territorio cuales setas en otoño, sin obedecer a una demanda real sino a intereses económico y políticos espurios, es otra de las cuestiones por las que
Lema debiera responder, en caso que alguien tenga a bien de preguntarle. Poner en la picota a un grupo de trabajadores acusándolos de lucrarse como si fueran ladrones mientras se promete que gracias a los recortes salariales en navegación aérea, el sector será más competitivo y se podrán bajar así las tasas no es que sea mezquino, es que es cínico habida cuenta de que para rentabilizar esos aeropuertos inútiles ha habido que ceder al chantaje de aerolíneas lowcost como
Ryanair, a la que no solo se le han perdonado tasas y dado subvenciones, sino que además se le
han escondido irregularidades que repercuten directamente en la seguridad de los usuarios. La falta de transparencia al respecto es una consecuencia directa de ese
TODO que conforman el ministerio de FOMENTO, la AESA y la DGAC y ante la que ningún grupo parlamentario ha dicho esta boca es mía.
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Tienen suerte este tipo de gestores que, conocedores de la inopia en la que vive esta sociedad, se permiten retratarse como pésimos administradores de lo público sin que nadie les vaya a cuestionar nada. Es más, algunos hasta les agradecen el expolio en aras de la gestión privada, que parece ser la única eficaz. Contar con un aparato judicial que reconoce la necesidad de recortar derechos laborales a favor del desarrollo de la empresa ayuda y tener unos medios de comunicación que lo narran sin el menor atisbo de espíritu crítico, contribuyendo así a que la merma de esos derechos se digiera con absoluta normalidad, también.
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No deja de parecerme fascinante la facilidad que tiene don Juan Ignacio Lema para minimizar impactos. Según él, 47 cuasicolisones implican tan solo un 0,002 % de los movimientos que se llevan a cabo en el espacio aéreo español. Perfecto, sino fuera porque 47 cuasicolisiones conllevan 94 aviones a punto de colisionar con la consabida tragedia que ello pudiera comportar y no sé yo con qué cara se le dice a los familiares de las víctimas que sintiéndolo mucho, su hermano, cónyuge, hijo o cuñada ha quedado reducido a un ínfimo porcentaje que forma parte de los efectos colaterales.
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Del mismo modo simplifica y nos cuenta que desde
2009 el grupo San José únicamente se ha hecho con cuatro expedientes de las 1782 adjudicaciones llevadas a cabo, es decir, un
0,22 % que solo implican 32,5 millones de euros sobre un total de 1643. Un nimio 1,98 %. Se le olvidan al señor Lema dos cosas: la primera y principal, la
ilegalidad cometida al haber simultaneado durante seis meses su cargo como miembro del consejo de administración del grupo san José y como presidente de
AENA, según el
artículo 28 de esa
Ley 30/1992 que con tanto orgullo menciona y la segunda es que muchos no nacimos ayer y a estas alturas de la película especulativa ya sabemos como funciona el tema de las subcontratas y quién se queda el mayor pedazo del pastel. Las matemáticas y la realidad son, no obstante, muy tercas y a veces terminan por imponerse, con lo que a más de uno se le habrá atragantado esta semana el anuncio del
aplazamiento del proceso de privatización.
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En fin, que está muy bien presumir de terruño y echar flores a los prohombres gallegos, pero estaría infinitamente mejor trabajar por la trasparencia, alabar a los que realmente se levantan cada mañana para hacer de Galicia algo más que un paraíso de extrañas conexiones y dejar de escribir cosas que no sé bien si son elegías, epopeyas, panegíricos o apologías.