Lema será destituido y volverá a San José
Existe una regla no escrita en los consejos de administración de las empresas públicas. Cuando los gobiernos cambian de estandarte político, casi nada —ni nadie— se mantiene en su sitio. El Ejecutivo de Rodríguez Zapatero no fue una excepción y, con seguridad, tampoco lo será el de Mariano Rajoy. Pocos se hacen ilusiones. Cuando no hay cámaras ni grabadoras de por medio, algunos de estos altos cargos hablan ya en pasado, como si su continuidad en estos días de transición se limitara a la siempre tediosa tarea de hacer las maletas.
Todas las quinielas, por ejemplo, apuntan a un relevo inmediato en AENA y Loterías y Apuestas del Estado (LAE). Sobre los equipos gestores de ambas compañías recae la responsabilidad de una privatización frustrada, un proceso que el Gobierno trató de acelerar «in extremis» en las últimas semanas de la legislatura pese a la incertidumbre de las compañías interesadas en hacerse con las concesiones, que criticaban abiertamente las condiciones impuestas por el Ejecutivo, y los posibles inversores.
La tormenta arreciaba sobre la deuda europea y los expertos temían el descarrilamiento de ambos proyectos. La respuesta oficial consistió en negar la evidencia hasta que el revés resultó difícil de obviar. El fiasco de LAE, que suspendió su salida a Bolsa en septiembre tras una fastuosa campaña publicitaria, que costó 14 millones de euros, puso en jaque al presidente, Aurelio Martínez.
El nombre de este profesor de Economía Aplicada, que también fue máximo responsable del Instituto del Crédito Oficial (ICO) y de los astilleros públicos de Navantia, cargos que ejerció durante la presidencia de Zapatero, sonaba fuerte dentro del Gobierno socialista. No eran pocos los que creían que sus dotes pedagógicas en estos tiempos de turbulencias para muchos incomprensibles le reservaban puestos de mayor relevancia en la administración que conformaría Rubalcaba si ganaba los comicios.
En el caso del gestor de la red de aeropuertos públicos, el PP se opuso en varias ocasiones al modelo propuesto por el aún presidente, Juan Ignacio Lema, mano derecha y paisano del hoy cuestionado ministro de Fomento, José Blanco. En octubre se vio obligado a prorrogar tres meses la concesión de Barajas (Madrid) y El Prat (Barcelona), una decisión que, en la práctica, suponía ceder la «patata caliente» al nuevo Ejecutivo. El futuro de Lema parece ligado al sector privado, en concreto al Grupo San José, la principal constructora gallega, donde ocupó un asiento en el consejo hasta su regreso al Ministerio de Fomento en 2009.
Los hombres del presidente
La Administración de Zapatero había diseñado un plantel de directivos a su medida, siempre próximo al partido o, en su defecto, a su constelación de órganos territoriales. A la última categoría pertenece Teófilo Serrano, máximo responsable de Renfe desde 2009, quien ocupó la secretaría general de la Federación Socialista Madrileña. La sociedad nacida de la escisión del ente ferroviario en 2005, ADIF, cuenta con otro representante afín: Antonio González, quien durante diez años fue director general de Tesorería de la Junta de Andalucía.
La lista no acaba ahí. Fernando González Laxe, presidente de Puertos del Estado, es otro de los hombres de confianza que recibieron el favor de Rodríguez Zapatero. Sus galones le sirvieron para reclamar el puesto. Fue presidente de la Xunta de Galicia entre 1987 y 1990, por supuesto, desde las filas del PSdeG-PSOE. Más llamativo es el caso del Ángel Villalba al frente de FEVE. A diferencia de los presidentes de Renfe o ADIF, Villalba, licenciado en filología hispánica, carecía de experiencia en el sector del transporte. En su currículum, sin embargo, figura la portavocía del grupo socialista en las cortes de Castilla y León y la candidatura a la presidencia de la Junta.
http://www.abc.es/20111128/economia/abcp-presidentes-empresas-publicas-preparan-20111128.html