Carta abierta a D. José Blanco López, ministro de Fomento
Jorge Ontiveros / Aviación Digital
Apreciado y distinguido ministro: Dado que tras el último Consejo de Ministros celebrado hoy viernes, 16 de Diciembre de 2011, dejará su cargo en los próximos días con ocasión de la toma de posesión del nuevo Gobierno, no quiero perder la oportunidad, antes de que se produzca ese luctuoso momento, de poder trasladarle mi valoración personal acerca de su trabajo al frente del ministerio de Fomento, así como lo que va a suponer para mí el vacío que su marcha va a dejar en mi vida.
Antes de entrar en materia y como introducción necesaria para centrar la cuestión, me gustaría llamar su atención sobre algunos párrafos de lo que usted escribió en su blog el 7 de febrero de 2010, unos días después de aquel primer decreto que ponía orden en mi convenio colectivo profesional, así como algunos comentarios de varios de sus visitantes, que he seleccionado por lo correcto que, a mi modesto entender, valoran su decidida y acertada apuesta en ese asunto.
www.elcuadernodepepeblanco.com
7 de febrero de 2010«Les aseguro que no tengo nada en contra de los controladores aéreos. De hecho, me parece injusto que ahora se les anatemice y se les presente poco buenos y malos. No encuentro ninguna gratificación especial en aparecer como el ministro justiciero que se enfrenta en campo abierto a los malvados controladores y les arrebata un botín supuestamente obtenido a base de extorsionar a la sociedad y a los gobiernos anteriores. Ni responde a la realidad, ni es bueno para nadie que la gestión de los problemas económicos y políticos se quiera convertir en una novela de caballerías. Ni Pepe Blanco tiene vocación de Quijote, ni los controladores son gigantes disfrazados de molinos de viento».
«No he querido meter en cintura a nadie. Ni echar al público en contra de nadie. Ni mucho menos desatar un conflicto. El mundo se divide entre quienes se dedican mayormente a crear problemas y quienes se dedican a resolverlos. Modestamente, aspiro a estar entre los segundos.»
«El decreto-ley de controladores es un mero acto de gobierno en el contexto de una política económica de lucha contra la crisis y de modernización de nuestras estructuras productivas. Si sirve para algo en este terreno, me doy por satisfecho. Todo lo demás forma parte de una concepción circense de la política que ni comparto ni me parece útil.»
«Y es que gobernar es, ante todo, hacer lo que hay que hacer cuando hay que hacerlo.»
Comentarios de los visitantes
Alf, 8 de febrero de 2010
«Señor Blanco:
Como siempre le he considerado persona cabal y de buen talante, sin recovecos ni letra pequeña, decidí seguir con entusiasmo sus precisas instrucciones de las últimas fechas sobre dónde debía mirar, qué es lo que debía pensar, e incluso, a quién debía odiar. Yo no cultivo la modestia y por eso le diré que había alcanzado una cierta excelencia envidiando, vilipendiando, e incluso deseando lo peor a este colectivo de indeseables sin escrúpulos que son los controladores.Pero ahora me encuentro que, sin previo aviso, y con un Decreto-Ley como único punto de inflexión, debo pasar a considerar a esta cuadrilla de canallas y ladrones -¿ve que bien me salía ya?- como “ciudadanos tan respetables como cualquier otro, profesionales cualificados que realizan su labor con solvencia y amor por su trabajo y trabajadores que buscan legítimamente lo mejor para sí mismos y para los suyos”.
Como lo que para usted sea asaz pertinente, para mí no es otra cosa que menester, me repongo ágil de mi estupor y desde este preciso instante me entrego al encomio y la adulación hacia el apreciadísimo cuerpo de controladores de la circulación aérea, ¡qué digo apreciadísimo!, distinguido, estimado, e incluso amado».
David, 8 de febrero de 2010
«Solo hay dos antecedentes del calibre del desafuero actual, uno fue la expropiación de Rumasa, que años después los Tribunales calificaron de no ajustada a derecho y nos ha costado a los españoles enormes indemnizaciones; otra el año 2002 con el RDL del gobierno de Aznar que propugnó una reforma laboral y también fue anulado de pleno derecho por no ser considerado urgente por el Tribunal Constitucional, impugnado precisamente por un PSOE que clamaba por la necesidad del diálogo social hasta el último momento.
¿Cómo podemos pensar que un ministro que se ha inmiscuido en unas negociaciones con unos trabajadores desde el mes de septiembre-octubre creando alarma social, buscando el aplauso público y un linchamiento mediático premeditado para intentar después utilizar un recurso legal que, como en los casos anteriores, los jueces, ese poder judicial tan poco parecido al tercer poder independiente y libre que debería sustentar nuestro Estado de Derecho, ese poder que ha pasado de casa comunal a común excusado por la injerencia de los otros poderes, esos jueces que aún ostentan el poder moral de su independencia, deberán declarar una vez más que no se ajusta a derecho?
¿Por qué si tan interesado estaba en la negociación no propuso una mediación de buena fe o, al menos, la presencia de un observador? ¿La única medida que se le ocurrió fue la forzuda insensatez? ¿Cómo puede confiar un país en un Ministerio o en un Gobierno los cuales, si no le gusta un cierto acuerdo, abusan de su posición dominante para echarlo abajo sin importar si los medios usados son justos o injustos? ¿Podrá alguien en este país volver a firmar un acuerdo y pensar que se va a cumplir hasta el final? ¿Tienen que ser los ministros los que decidan lo razonable y si no se lo parece salten por encima de las leyes que deben respetar el resto de los ciudadanos? ¿Es que la animadversión contra un grupo puede hacer que todo valga contra él? ¿No nos suena esto a un negro y denostado pasado? ¿Es que todavía a fecha de hoy el fin justifica los medios? Triste espectáculo.
Aciagos días se avecinan para la maltrecha democracia, su semilla extraída y seca, su cáscara vacía ya».
Sra. Cansada, 9 Febrero 2010
«Sr. ministro,
Una estupenda iniciativa, que estoy segura ayudará a la superación de la crisis económica en España. Puedo suponer, que es sólo el primer paso y que detrás de este Decreto Ley vendrá otro destinado a alinear los sueldos y jubilaciones de todos los integrantes del gobierno, de las dos cámaras, así como de las autonomías y política local, de los directivos de las empresas del estado (AENA…) con los sueldos medios y la jubilación tras 15 años cotizados y a los 67. Imagino también, que se revisarán los sueldos de los empresarios (banqueros…) que solicitan ayudas a cargo de los contribuyentes cuando sus empresas no ganan lo que esperaban, pero tienen sueldos y patrimonios inauditos.Le felicito, Sr. Blanco. Esta es la forma de acabar con la crisis. Lo mismo que ha servido con los controladores puede usarse para el resto».
Casto Márquez, 17 Febrero 2010
«Querido compañero, por lo visto has logrado todo lo que pretendías obviar. La opinión pública está MUY en contra de los controladores. La mayoría de ellos no estuvieron en ninguna negociación colectiva (que firmaron anteriores gobiernos, del PP y nuestros), hacían su trabajo, cobraban un sueldo (gordo, es cierto) y ahora no saben porqué les pasa esto a ellos y no a otros colectivos (mejor no nombrarlos ¿no?).
En este partido en el que milito desde 1974 se deberían hacer las cosas de otra manera. No hemos perdido la sangre, el sudor y las lágrimas en años y años para llegar a una democracia liberal y llegar a esto. Bien sabes que la deuda de AENA no es sólo por los controladores, bien sabes que se orquestó una campaña con la cúpula de la dirección de AENA, bien sabes que das los datos como te parece, bien sabes que la VIABILIDAD ECONÓMICA Y LA COMPETITIVIDAD DE LA NAVEGACIÓN AÉREA no es sólo tema de los controladores. Has sido tú el que dices que son delincuentes porque cobran ilegalmente (¿como puede decir esto un ministro de un colectivo?). Bien sabes cuantos aeropuertos son deficitarios.
En fin, me encanta que no tengamos miedo los socialistas a ejercer la autoridad, pero me da pánico que se haga de esta forma y más pánico los que alrededor del ministro ahora quieren colgarse medallas. Conste que estoy a favor de racionalizar lo sueldos de este colectivo (también de otros), no solo estoy a favor, escribí varios artículos en revistas nuestras (del PSOE) para ver si éramos capaces de llegar a puntos intermedios en esta sociedad, pero veo que seguimos a cañonazos. En definitiva, mal nos irá si tenemos que legislar a estas horas a base de Decretos Leyes, como otros a los que ni nombro».
Iván morales (piloto), 19 de febrero de 2010
«Los controladores hacen un trabajo excepcional; el control ATC español es desde mi punto de vista de los mejores de Europa: controladores preparados, personas formadas en la Universidad, dominio de los idiomas, inteligentes, etc. Ellos no tienen la culpa de la pésima gestión que hace AENA de los Aeropuertos españoles. Trabajan duro, se lo puedo asegurar, un trabajo sometido a una presión y tensión constante, donde no hay lugar (ni tan siquiera un lugar muy pequeñito) para el error, porque en ese error puede irse la vida de mucha gente.
Considero que es un error arremeter contra este colectivo que es tan importante para un país como España, no sólo para el sector aeronáutico, sino para la economía. Imagine usted por un momento las perdidas millonarias que podrían suponer una huelga general de controladores en España. En relación a su ultima frase, Señor Blanco, sí, está usted en los cierto, hay que hacer las cosas cuando había que hacerlas. Ahora ya no es el momento.
Para terminar, creo que este tema no va a acabar por buen camino, no se está haciendo bien y hay que tener cuidado con los colectivos a los que uno se enfrenta. Mucho cuidado.
Invito a todos aquellos que dicen que los controladores son unos delincuentes, que no hacen nada y que ganan mucho, a que investiguen e intenten sumergirse un poco en la actividad laboral de un controlador, y podrán ver como no son delincuentes (permítame este comentario, pero creo que en el Congreso de los diputados hay más delincuentes que tienen un sueldazo y no hacen nada, sean del partido que sean), y que trabajan dignamente.»
Como habrá podido comprobar, Sr. Blanco, esos cinco comentarios contradicen el ideario que usted plasma en su texto y ponen de manifiesto con claridad meridiana que tiende a predicar una cosa y hacer la contraria. ¡Hasta un militante de su partido se lo restriega en la cara!
Y no podía ser de otra forma, porque a la vista el circo mediático del que usted se ha rodeado desde que comenzó la representación teatral de su particular Novela de Caballerías -consistente en crear un poderoso enemigo para luego ponerse las medallas por haberlo derrotado-, en la que para rematar la fAena no faltó su aparición estelar en un programa de televisión de alto nivel cultural, reconocida calidad periodística e incuestionable interés social -tras el cual y dado su apabullante éxito debió disfrutar de lo lindo imaginándose catapultado, por aclamación popular y a nuestra costa, al Olimpo de la política como Secretario General de su partido y eventual Presidente del Gobierno, especialmente después de leer los comentarios de sus seguidores a su entrada en el blog del 7 Diciembre de 2010, tras el establecimiento del Estado de Alarma-. Como digo, a la vista de ese circo mediático daba más bien la impresión de que usted se encontraba como pez en el agua durante el tiempo en que fue el foco de atención del circo en el se ha convertido la política en España. No lo niegue.
Porque lo cierto, es que gracias a usted y a su fiel escudero Lema Devesa un buen día los controladores aéreos civiles españoles nos convertimos, por arte de birlibirloque, en el enemigo público número uno, en la causa de los problemas financieros de nuestra empresa y el alto precio de los billetes de avión, y en la desgracia de los españoles más desfavorecidos. No, no se preocupe que no voy a repetir las tropelías que ha cometido parapetándose en la Constitución, en las leyes y en la credulidad de mis paisanos porque ya son vox populi.
En cualquier caso, lo horrible de todo este monumental lío que ustedes dos han generado no es que se hayan parapetado en nuestras leyes -al fin y al cabo, se hacen para ser aplicadas-. Lo espeluznante, es que ustedes han promovido la sustitución con calzador de aquellas que les impedían alcanzar su poco honorable meta y que han utilizado el Boletín Oficial del Estado como si de Sagradas Escrituras se tratara -sin querer ser irreverente, que ya se que usted es muy devoto- para convertir las leyes incómodas en suave tissue demostrando con ello, que para usted y los suyos el Estado de Derecho no es otra cosa que un roñoso trofeo que está mejor expuesto en una arrinconada vitrina para que el pueblo lo contemple estupefacto como testimonial reliquia de tiempos mejores el día de conmemoración de la Constitución Española, que a la vista de todos y lustroso si con ello obstruye sus planes. Puede parecer un comentario gratuito, pero le aseguro que no lo es.
Al respecto y ya que tanto le preocupa la memoria histórica de los demás, podemos hacer memoria y atisbar de donde le viene a usted -y también a los suyos- ese tic autoritario, fascistoide y sectario que con tanta fruición han venido practicando desde que los españoles de bien tuvimos la mala suerte de que llegaran a La Moncloa en tren de cercanías y usted fuera nombrado ministro. Le garantizo una lectura interesante.
Podemos comenzar por las violentas soflamas que el histórico dirigente de su partido, Francisco Largo Caballero, pronunció durante la campaña electoral de las elecciones de Febrero de 1936, en las que sin tapujos manifestó, que «los socialistas admitimos la democracia cuando nos conviene, pero cuando no nos conviene tomamos por el camino más corto. Si la legalidad no nos sirve, si impide nuestro avance, daremos de lado a la democracia burguesa e iremos a la conquista del poder», “…la clase obrera debe adueñarse del poder político convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”, «Quiero decirles a las derechas, que si triunfamos colaboraremos con nuestros aliados; pero si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la guerra civil declarada». Un claro llamamiento a no respetar el resultado electoral en caso de que la derecha política resultara vencedora en los comicios, a provocar una guerra civil para hacer una limpieza étnica y a conquistar el poder por la fuerza sin ningún respecto por la Democracia ni por la República.
Ganadas las elecciones por un estrecho margen por el Frente Popular -que como bien sabe usted fue una coalición electoral creada en enero de 1936 por los principales partidos de izquierda de la época- y con Largo Caballero como presidente del gobierno, se ocupó de crear «las checas» del PSOE a semejanza de las soviéticas -como también usted sabrá, a Largo Caballero se le conocía por aquel entonces como el «Lenin español» y hasta contaba con una estatua suya en la Plaza Roja de Moscú. A cambio, la efigie de Stalin fue expuesta en la Puerta de Alcalá de Madrid-.
De ese modo, acudir a misa, tener en casa una imagen religiosa, ser sospechoso de ser de derechas, de leer el ‘ABC’, de ser universitario, director de una empresa o técnico de una fábrica, entre otras variadas posibilidades a cada cual más demencial, eran motivo suficiente para ser objeto de cosas que no me atrevo a repetir aquí porque me dan náuseas. Con guerra civil o sin ella, la purga había que hacerla. ¡Organizada por el presidente del gobierno de España! Espere, espere, que hay más.
26 años antes, el 7 de julio de 1910, en el Congreso de los Diputados y ante toda la Cámara -así consta en el diario de sesiones-, el fundador del PSOE y la UGT, Pablo Iglesias, único diputado de su partido en esa época, se dirigió a Antonio Maura, presidente del Gobierno, en los siguientes términos: “Combatiremos sus ideas dentro y fuera de la legalidad, e incluso justificaremos el atentado personal”. Apenas dos semanas después, Maura era tiroteado y herido de gravedad por el también socialista Manuel Posa. Pablo Iglesias apuntó y Posa disparó. No sé a usted, pero a mí esa situación me recuerda a algo muy cercano.
Le cuento todo esto para mostrarle de dónde sospecho que procede usted y para poner de manifiesto que parece un insulto que un sujeto con semejante bagaje histórico a sus espaldas tenga la desfachatez de venir a poner orden en la casa de los demás cuando la propia se parece a aquel «Saldos Arias» al cierre del primer día de rebajas. Por cierto, acabó ardiendo.
Por otro lado, usted recordará que en 2002 el sr. Rodríguez ZP, en el prólogo del libro de Jordi Sevilla titulado “De nuevo socialismo”, escribió lo siguiente: “En política no sirve la lógica. Entonces todo es posible y aceptable dado que carecemos de principios, de valores y de argumentos racionales que nos guíen en la resolución de los problemas” (¡!).
Añadamos un último ingrediente a la coctelera: en el mes de Octubre del año 2009 usted manifestaba: «Uno no es ministro por méritos propios ni por curriculum académico, uno es ministro porque el presidente del Gobierno así lo decide. Hay miles y miles de ciudadanos que podrían hacerlo mejor que yo o tan bien como yo y que no tuvieron esa oportunidad.»
Ahí tengo que darle la razón, para que vea. Pero no me negará, que la combinación de todo lo expuesto resulta en una mezcla un tanto explosiva, un «cóctel molotov» que al final lo ha dejado todo chamuscado. A ustedes incluidos. ¡Y de qué manera!
El problema, tal y como yo lo veo, está en que sólo a un presidente del gobierno tetrapléjico mental, que no ha aprendido absolutamente nada de la Historia que le precedía y que ha sido incapaz de hacer evolucionar a su partido hacia una ideología socialdemócrata más acorde con los tiempos que corren y dejar el pasado para los arqueólogos, se le ocurre nombrar a alguien como usted ministro de Fomiento, sabiendo que ni por preparación ni valía serviría ni para conserje de una favela.
Perdone si le parezco enfadado, sr. ministro, pero es que de tarde en tarde, como si de una pesadilla se tratara, evoco sus polémicas peroratas televisivas, radiadas o impresas para llamarme privilegiado, vago y ladrón, mientras usted daba saltitos para enfatizar sus palabras y lloriqueaba ladinamente por su sueldo a sabiendas de que en el bolsillo ya tenía la Guía Michelin. Hablaba de nuestros supuestos privilegios, pero ninguno de nosotros tiene visa de la empresa, ni coche con chófer de la empresa, ni avión con tripulación pagado por la empresa, ni tras 7 años de vegetar y dormitar en el «trabajo» nos vamos a casa con la pensión máxima. En cambio, le horroriza a usted que un profesional del control aéreo con 30 años de productivo servicio a la sociedad a sus espaldas pueda acogerse a un pacto firmado con su empresa y prejubilarse si así lo desea del mismo modo que se hace en los países de nuestro entorno, un concepto este muy cacareado durante este tiempo por usted y su fiel escudero que sólo aplicaban cuando les convenía.
Tampoco me olvido de algunos medios de comunicación, que cerraron los ojos a la verdad y le bailaron a usted el agua al más que probable son del contrato de publicidad del «Gobierno de España». Como tampoco me olvido del ejército de troles que enviaron, probablemente a precio de coste, a inundar la red para dar la falsa impresión de unanimidad social. Ni me olvido de los agitadores profesionales que se pasearon delante de las cámaras por los aeropuertos para insultarnos, maldecirnos y contribuir al linchamiento general. Y así, rodeado de esa corte de esbirros, paniaguados y desgraciados -como diría el académico D. Arturo Pérez-Reverte-, ha estado usted jugando al juego de los ministros de la Señorita Pepis, sus subordinados al aeropuerto de Playmobil y todos al Monopoly de la seguridad aérea a ver quien conseguía más papeletas para atentar impunemente contra ella sin que se notara mucho y salir indemne.
Muchas veces, al verle en el telediario haciendo sus incendiarias declaraciones y al tiempo que me sobrevenía un espasmódico acceso del Síndrome de Tourette, veía en usted a aquel senador americano, de nombre Joseph McCarthy, que creyéndose defensor de los auténticos valores americanos instigó una cruzada anticomunista en 1950 al lanzar una acusación pública contra supuestos comunistas infiltrados en la sociedad norteamericana y en sus instituciones. Acción que llevó a la opinión pública a crear el terminó «macartismo» como sinónimo del concepto hasta ese momento conocido como «caza de brujas» o, lo que es lo mismo, la persecución de un enemigo de forma sesgada con independencia de su inocencia o culpabilidad real. Y le he visto de ese modo, porque lo cierto es que usted ha actuado con nosotros a imagen y semejanza de aquel senador.
Por fortuna para los ciudadanos estadounidenses, su estilo demagógico y brutal quedó al descubierto en 1954 durante la emisión por televisión de un proceso contra oficiales del ejército, que llevó a que inmediatamente fuera reprobado por el presidente Eisenhower y por su propio partido porque se dieron cuenta de que la «caza de brujas», al utilizar la maquinaria gubernamental para suprimir puntos de vista políticos o sociales inconvenientes, a menudo limitando o suspendiendo derechos civiles alegando de forma falaz la necesidad de mantener la seguridad nacional, ponía en peligro la esencia de la Democracia.
No es que yo pretenda aquí comparar a Estados Unidos con España, porque a la vista está que nos encontramos a eones de distancia en respeto a la Democracia y al Estado de Derecho por parte de muchos de nuestros políticos, entre ellos usted. Pero sí que sugiero no obstante una comparación con aquellos países donde los derechos civiles, que protegen las libertades individuales de la infracción injustificada de los gobiernos, se conculcan a diario y sin el menor escrúpulo por quienes detentan el poder precisamente con el bastardo objetivo de acallar las voces discordantes y perpetuarse en él cueste lo que cueste.
En nuestro caso, ya sea a costa de nuestra honorabilidad, a costa de un artero Estado de Alarma, a costa de utilizar como ariete a 600.000 pasajeros y, con ellos, a toda la sociedad, a costa de mentir sobre la crisis, a costa de tener a los españoles permanentemente engañados sobre las cuestiones que más afectaban a sus vidas y a su futuro, a costa de manipular una memoria histórica incómoda que podría haber llegado si nos descuidamos hasta los reyes Godos, o a costa de negociar con ETA mientras se negaba la mayor para utilizar electoralmente su alto el fuego, que es lo que ha hecho su asqueroso gobierno. De ahí, que no sea extraño que ya se conozca a nuestra patria como «españistán» o «españazuela». Y todo gracias a ustedes.
De modo, que empecinado en su objetivo y con el consolidado respaldo que otorga ese populismo de «todo a cien» importando de países cuartomundistas, se dedicó, con denodado empeño, a triturar mi profesión y a tratarnos peor que a terroristas mientras la verdadera causa del problema era ocultada y manipulada para focalizar la atención de los crédulos ciudadanos sobre nuestros supuestos privilegios. Que conste, que no les censuro a ellos, al fin y al cabo todos esperamos que nuestro gobierno no nos mienta. ¿Ve que bien aprendo del sr. Rubalcaba?
Pero no sólo hemos sido vilipendiados y difamados los controladores actuales, también lo han sido todos aquellos que nos precedieron, profesionales que se dejaron la piel, la salud y la vida por sacar adelante un trabajo que nadie entendía, improvisando sobre la marcha para suplir con inteligencia las carencias de la normativa, sin medios técnicos adecuados y olvidados durante décadas por gobiernos que no tenían el menor reparo en pasar de ellos porque la aviación no era prioritaria. Hasta que lo fue.
Así, con ese empaque que otorga saberse depositario del respaldo popular nos ha aplicado usted la «Doctrina pepiño», por la que se nos concedía la «presunción de culpabilidad» en vez de la «presunción de inocencia» y, con ella, ha pisoteado nuestro glorioso pasado, vomitado sobre nuestro presente e hipotecado nuestro futuro.
Y ahora, cuando por fin se va usted a hacer gárgaras, nos deja compuestos y con nuestra aviación hecha un guiñapo. La deportiva al más bajo nivel por desinterés y falta de respaldo institucional, los trabajos aéreos y, en especial el sector de helicópteros, con un récord en accidentes y fallecidos, la inspección aeronáutica vacía de contenido y ejercida por personal inadecuado, una normativa de licencias de técnicos de mantenimiento de aeronaves difusa, el control del tráfico aéreo hecho un marasmo ingobernable, desmotivado y tan hundido que puede pasar una década antes de que alcance los niveles previos a su llegada, la Navegación Aérea a la cola de los requisitos del Cielo Único Europeo, una Comisión de incidentes y accidentes dependiente del manoseo de la política y un sistema de seguridad aérea más propio de la época de De la Cierva que del siglo XXI. En fin, que el hecho de que alguien como usted haya sido depositario máximo de la seguridad aérea en España es un insulto para los profesionales, un peligro para los usuarios y un engaño para todos.
Cumplir la ley no iba con ustedes. Si la que había disponible no se ajustaba a sus cánones de mangoneo la cambiaban y asunto arreglado. Y si no podían cambiarla, simplemente hacían la interpretación que más les convenía para sus propósitos y a otra cosa. Como así sucedió con la Constitución Española para poder declarar el Estado de Alarma del 3 de Diciembre de 2010, con cuyo contenido jugaron a su particular scrabblecortando y pegando en el decreto de militarización según interesaba y manipulando su espíritu para que cuadrara con sus oscuros intereses. Como por ejemplo, denominar al transporte aéreo como «servicio público esencial», o que irse de vacaciones en avión es un «derecho fundamental» como si se estuviera hablando de la Sanidad o la Enseñanza. A partir de ahí, calificar la paralización del transporte aéreo de «calamidad pública» era un juego de niños. Poco importaba que no apareciera así en la Constitución.
Han metido tanto la pata y de forma tan burda creyendo que iban a permanecer por los siglos de los siglos en ese poder omnímodo en el que creían haberse instalado, que se les fue la mano. Tanto, que eminentes juristas ya han calificado todo aquello de «burda manipulación» y concluyendo, que no creen que «ninguna medida penal contra los controladores tomada al amparo de este decreto vaya a tener la más mínima posibilidad de sostenerse ante un tribunal». Bueno, eso dependerá del tribunal. ¿No le parece?
En definitiva, que su decreto fue pura basura demagógica, manipuladora, falaz y ruin.
Además, engañaron a la sociedad diciéndola que los controladores militares llevarían el control de los aviones civiles cuando lo cierto, es que durante el Estado de Alarma el Ejército se limitó a verificar que nos presentábamos al trabajo. Una misión de «alto riesgo» por la que esa ministra «extranjera», que siempre tiene cara de compungida, le impuso una condecoración. Nunca una misión de guardería había sido tan bien recompensada. Para mí, que durante una década fui militar, considero una deshonra para esa digna institución que el alto mando del honorable Ejército español haya aceptado recibir una condecoración por semejante patraña. Y si fuera como creo que es, a la primera oportunidad debería renunciar a ella.
Por otro lado, resulta curioso que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) a última hora se decida a abrir expedientes a los controladores implicados en los sucesos del «Día de la Vergüenza Nacional» amenazándoles con multas de hasta 225.000 euros, cuando lo cierto, es que ninguno de ellos abandonó su puesto de trabajo. Aunque bien pensado, ¿qué se puede esperar de un país cuyos dirigentes políticos se aprovechan del sistema democrático para cometer fechorías en su bastardo provecho? Pues ni más ni menos, que las autoridades aeronáuticas, léase la reguladora, la supervisora y la proveedora, practiquen con demasiada frecuencia el menage à trois en el jakuzzi de una pocilga y que luego aparezcan en los medios de comunicación las fotos de su indecorosa incompetencia desparramadas por tierra, mar y aire para vergüenza propia y despiporre foráneo.
¿No habría sido más adecuado -al menos para guardar las formas- que AESA y la Dirección General de Aviación Civil hubieran abierto expediente a Aena por interrumpir el servicio el 3 de diciembre de 2010? Por que si no ha sido así, puede que se deba a que estaban al tanto desde el principio y de acuerdo con todo lo que iba a suceder. Y yo me pregunto: ¿Qué día y a qué hora fueron consultadas? ¿Cómo fueron consultadas? ¿Por quién? ¿Dónde están los documentos públicos con sus registros de entrada y salida con el preceptivo dictamen y autorización? ¿Quién lo recibió en Aena? ¿Cuánto tiempo pasó entre la entrega de la primera declaración de incapacidad laboral -que no significa: «tome usted este papel que me voy a mi casa y aquí se queda con los avioncitos muy juntitos»- y la orden del cierre del espacio aéreo? ¿Fueron durante ese breve período consultadas la Dirección General de Aviación Civil y AESA? ¿Estaba Eurocontrol al tanto de lo que iba a suceder? ¿Cuándo fueron constituidos los diferentes gabinetes de crisis en los distintos ministerios? ¿Cuándo y por quién fueron analizadas las implicaciones jurídicas y legales relacionadas con el Estado de Alarma? ¿Quién y cuándo ordenó que se reforzara la plantilla de periodistas de la radiotelevisión pública para la mañana del día 3 de diciembre de 2010? ¿Cuándo se organizó y desplegó el operativo que implicaba a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado? ¿Por qué el presidente del Gobierno no acompañó a Su Majestad el Rey a Argentina? ¿Por qué si estaba en España no fue él quien firmó el decreto de Estado de Alarma, sino el ministro de la Presidencia? ¿Qué implicación ha tenido en todo el proceso el Centro Nacional de Inteligencia por medio de su Departamento de Acciones Operativas, los Núcleos de Apoyo Operativo y la Comisaría General de Información? ¿Qué nombre le fue asignado? ¿»Operación Tonto-la-haba»? ¿»Operación Burracalva»? ¿»Operación Porque yo lo valgo»?
Y qué decir del papel jugado por algunos jueces. Que llega hasta el punto de que uno de ellos desestime hace tan sólo unas semanas una demanda de un afectado por el cierre patronal del espacio aéreo y cargue contra los controladores argumentando que «Aena no podía prever las consecuencias de aquel decreto», aportando juicios de valor sobre cuestiones que no formaban parte del litigio y obviando que después del día de autos el entonces vicepresidente del gobierno, que atiende al nombre de Alfredo, manifestó a los medios de comunicación que él sí lo esperaba: «los controladores sabían que la iban a montar y había que cortarlo», dijo. Y yo me pregunto ahora: ¿Cómo sabía él que los controladores «sabían que la iban a montar» si los controladores no sabían que se iba a publicar ese decreto ese día que él sí sabía que se iba a publicar? ¿No sería más preciso pensar, que él esperaba -y deseaba- que el contenido de ese decreto fuera la chispa definitiva que haría explotar a los controladores después de más de un año de vilipendio mediático, de recorte de derechos y de presión psicológica?
Y si él sabía lo primero y sospechaba lo segundo ¿por qué publicó el decreto y no esperó a después del puente, tal y como se hizo con el cese de un fiscal del Tribunal Supremo que no estaba de acuerdo con el procedimiento ilegal que el gobierno se empeñó en utilizar contra nosotros? ¿Seguro que «Aena no podía prever las consecuencias»? ¿Es que alguien medianamente inteligente -y hasta que se demuestre lo contrario hay que suponer que los jueces lo son- puede creer, a la vista de las manifestaciones hechas por el sr. Rubalcaba, que eso es cierto? ¿Por qué ese juez no admitió como prueba esas manifestaciones? ¿Porque beneficiaba a los controladores aéreos? ¿Por qué el juez Ricardo Bodas para argumentar su sentencia de Mayo de 2010 sí que se permitió la licencia de utilizar artículos periodísticos tendenciosos sobre los controladores aéreos? ¿Quién salía beneficiado de la supuesta huelga de los controladores del 3 de Diciembre de 2010? ¿Es que son necesarias más pruebas del conchabeo que ha habido hasta ahora entre el poder ejecutivo y el judicial contra nosotros? ¿Es que la justicia aún no se ha dado cuenta de que no está para defender las tesis del gobierno, sino para aplicar la ley en beneficio de la verdad más absoluta posible? ¿Es nuestra justicia ciega? No, es tuerta. Y lleva un parche de pirata que se quita y se pone según convenga. Y, finalmente, ¿por qué no han utilizado ustedes su «gran hazaña» en la pasada campaña electoral? ¿Porque entonces se les vería el plumero y no podrían responder a muchas preguntas?
Mira Pepe, dejémonos ya de tonterías porque yo he sido testigo de cómo compañeros mayores de 57 años, personas respetables hechas y derechas, rompían a llorar porque un buen día llegaron al trabajo y les prohibieron ejercer su amada profesión simplemente porque lo decía el BOE. Yo he sido testigo de cómo el ritmo esclavista impuesto por tu infame gobierno, que nos obligaba a estar a disposición de la empresa las 24 horas del día los 7 días de la semana, cancelaba vacaciones de verano previamente pagadas dejando a la familia empantanada, sumía en la desesperación a compañeros que nunca habían hecho horas extras y llevaba al hospital a gente honrada que un buen día, sin comerlo ni beberlo, veían cómo sus hijos eran señalados por sus compañeros de colegio. Yo he sido testigo del relato de compañeros que culpaban a la presión mediática de haber cortado la relación no sólo con amigos, sino también con familiares. Yo he sido testigo de cómo una compañera embarazada sollozaba desconsolada ante las cámaras al ver su lugar de trabajo lleno de militares y policías armados temiendo por si integridad física pensando que, quizás, su país se había convertido sin previo aviso en una dictadura Pinochetista. Yo he sido testigo de cómo compañeros han tenido que exiliarse, junto con sus familias, a otros países buscando respeto, dignidad y tranquilidad para desarrollar su profesión. Yo he sido testigo de las condiciones en que han ido a trabajar compañeros medicados contra la ansiedad, incumpliendo la Ley de Seguridad Aérea, por temor a ser expedientados si se daban de baja. Yo he sido testigo de muchas cosas que jamás creí que pudieran suceder en mi país. Y todo, gracias a ti. ¡Eres todo un campeón!
También gracias a ti vivimos en un país en el que a los derechos adquiridos se les llama «privilegios», a los acuerdos negociados y firmados se les llama «extorsión» y a tener una nómina y pagar impuestos se le llama «robar». Mientras que a lo que tu haces en las gasolineras se le llama «asuntos particulares». Más manipulación no parece posible.
Por todo lo anterior y por mucho más yo te acuso a ti y al gobierno del que todavía formas parte de haber gobernado pensando en vuestro interés particular en vez de en el interés general, y también de haber cometido alta traición contra el Estado por haber utilizado la Constitución Española, las leyes y las instituciones democráticas para vuestros particulares trapicheos a fin de perpetuaros en el poder y trincar lo que fuera menester.
Por eso espero que no pase mucho tiempo hasta que podamos exigiros a todos vosotros, con la Constitución y el Estado de Derecho en la mano, la oportuna responsabilidad criminal por vuestros infames actos. ¡Esto que habéis hecho no os va a salir gratis!
Tengo la ilusa esperanza de que algún día las cosas cambiarán lo suficiente como para que un tribunal no contaminado, decente y justo tome la determinación de invalidar el decreto del Estado de Alarma y que a partir de ahí tire de la manta y ponga las cosas en su sitio. Si ese glorioso momento finalmente llega, el Viacrucis de los controladores por los juzgados no va a ser nada comparado con el Calvario que vais a tener que soportar tu y tus compinches.
Todos hemos sido testigos de cómo una tras otra se te descubrían las cartas marcadas; la sospechosa y apresurada privatización de Aena, la liberalización enjaulada de las torres de control, la concesión de importantes contratos a determinadas empresas constructoras o tu obsesión por la bencina. Y de cómo de forma paulatina te han dado la espalda los medios y, con ellos, como se ha ido al carajo tu credibilidad. Por fortuna para ti, aún hay quien tiene coraje para decir en público que eres honesto. Pero «ese» es aún más sinvergüenza que tú.
Y es que de un ministro low cost no se puede esperar excelencia, sino cutrerío. Has sido un gañan con tics autoritarios camuflado de demócrata, arrogante y vulgar. Tus armas han sido la difamación, la mentira y el insulto. Como inquisidor, tramposo y marrullero no has tenido precio, sólo comparable a tu alma mater, el de la «caza de brujas», quien después de hacer y deshacer a su antojo y de destrozarle la vida a mucha gente inocente se vio abandonado por todos, que es lo mismo que te va a pasar a ti. Al menos, eso espero porque en velas y en muñecos con agujas me estoy dejando a diario un dineral.
Tu, que nos has acusado de privilegiados, ladrones y vagos, te escudas ahora en un escaño ganado por la mínima para continuar viviendo como un vago de la privilegiada vida que te proporciona la política y así poder seguir robándonos a todos hasta que te jubiles.
Y lo que ya es para no echar ni gota, es que en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de hoy hayas manifestado a los periodistas que los dos grandes logros de la legislatura del gobierno del necio Rodríguez ZP han sido: «poner orden en el tema de los controladores aéreos y la reforma de la Constitución», corroborando con tus palabras que, en realidad, os ha importado un carajo el bienestar de los españoles, que efectivamente nos habéis utilizado para poneros medallas y que sois una pandilla de malnacidos que no merece volver a gobernar nuestra gran nación hasta dentro de varias generaciones. Como poco.
Disculpa que no te envíe un saludo.
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