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Militaricemos Spanair

 

Eloy Orgaz

Pongamos que voy a hablar de una compañía responsable del transporte de cientos de miles de pasajeros.

Pongamos que esa compañía venía arrastrando una situación financiera lamentable durante años, conocida por unos organismos supervisores que no hicieron nada.

Pongamos que los políticos y gestores responsables de tal situación estaban más preocupados de sus bolsillos y de sus tramas secretas, cobrando cantidades astronómicas que sin embargo no se hacen públicas, que de la buena marcha de la empresa. 

Pongamos que los trabajadores de esa empresa se viesen sometidos a jornadas de trabajo kafkianas que estaban afectando a la seguridad de las operaciones, que muchos de ellos ya se hubiesen ido de la empresa y que el resto se enfrentase al paro y a la sensación de que a nadie le importa la seguridad de los pasajeros.

Pongamos que, a pesar de las denuncias reiteradas por parte de los trabajadores, ni las autoridades nacionales, ni las internacionales, ni el poder judicial ni la opinión pública les hicieron el menor caso y les tildaron de chantajistas y de privilegiados.

Pongamos, para más inri, que alguno de los políticos responsables de esa situación se viese posteriormente involucrado en una trama de cobro de comisiones ilegales en una gasolinera mientras porta un reloj exclusivo y tilda a los demás de «incoherentes».

Pongamos que la situación llega un día a tal nivel de insostenibilidad que la empresa decide suspender las actividades antes de que ocurra un accidente.

Pongamos que como resultado de esa suspensión de actividades miles de pasajeros ven truncados sus planes y se acaba generando una situación bananera que daña la imagen del país.

¿Estoy hablando de Aena el día 3 de diciembre de 2010 o de Spanair el día 20 de enero de 2011, ambos viernes? ¿O tal vez estoy hablando de Air Comet? Usted mismo. Pero si huele a pollo, sabe a pollo y parece pollo, entonces debe de ser pollo.

La diferencia estriba en que, en el caso de Spanair, el aparato propagandístico del Gobierno no ha cargado contra los trabajadores ni ha usado a los miles de pasajeros que no han podido volar como si de una masa enfurecida se tratase. Tampoco se ha movilizado a la UME para hacer la oportuna foto de tanquetas militares a las puertas de la terminal. Tampoco se ha aprobado ningún Real Decreto por sorpresa. Y otra diferencia importante estriba en que buena parte de los miles de trabajadores de Spanair que ahora se ven en la calle estarán deseosos de enviar su currículum a Iberia Exprés por un tercio de su sueldo anterior, para mayor regocijo de su presidente Antonio Vazquez.

Suele resultar conveniente poner las cosas en contexto y aplicarle a todos el mismo rasero. Por tanto, militaricemos Spanair, demos una imagen de firmeza y conducta ejemplar y evitemos hablar de privatizaciones, del paro o de la mala gestión de los verdaderos responsables de estas situaciones, que raramente son los trabajadores.

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