No entrar al trapo
Enrique Zubiaga. 19/04/12. Periodista Digital.
Si leyeron en este blog la oferta irresistible que buscando la concordia Iberia ha hecho a sus pilotos, quizá estén de acuerdo conmigo en que todo apunta a que se está buscando solucionar el conflicto del mismo modo que Pepiño Blanco buscó solucionar otro que era perfectamente evitable: el conflito que él mismo había creado con los controladores para laminarlos. Con la ayuda de su jefe, José Luís Rodríguez, y de Alfredo Pérez, Pepiño casi lo consiguió, y digo casi porque se le olvidó el detalle de que ni había, ni hay, ni va a haber en un futuro próximo otros controladores que sustituyan a los que él quiso mandar al paredón.
Hoy la falta de controladores es patente y se nota en los retrasos que hay: slots para despegar y esperas para aterrizar están a la orden del día. Pero a ver quien es el guapo que pide ahora a un colectivo al que se ha pisoteado y despellejado a conciencia que apechuguen más allá del estricto cumplimiento de su trabajo, que tiren del carro y que le saquen las castañas del fuego.
Resultado de la jugada: pasajeros perennemente cabreados, y con razón, un coste astronómico para la economía -y sobre todo para las compañías aéreas- y un nuevo desastre para la aviación española, uno más. Enhorabuena, Sr. Ministro.
Y, ¿cómo consigiueron la proeza? Pues en vez de sentarse y negociar con ellos un apretón gradual del cinturón acorde con los tiempos, cosa que no dudo que además de razonable era perfectamente factible, se usó el método Corleone, que ya he expuesto en la anterior entrada de este blog. Para ello se procedió -¿de qué me suena esto?- a un ablandamiento preliminar con una descarada campaña de prensa en plan gota malaya: que si ganan mucho, que si trabajan poco, que si son unos privilegiados… Nada nuevo. Al mismo tiempo que se les ponía a parir se les sometió a un acoso laboral constante hasta tenerles lo suficientemente cabreados como para que entraran al capote con el último apretón de tuercas que llegó, qué casualidad, justo antes del puente más largo del año. Y los controladores explotaron y, a mi juicio, cometieron un gran error: entraron a ese capote que les habían tendido. Y les crucificaron.
El resultado ya lo conocen ustedes: Alfredo Pérez: «El Gobierno no va a consentir el chantaje de los controladores a la ciudadanía con el fin de mantener sus privilegios»… «nadie podía prever que este colectivo fuera tan insensato y adoptara una decisión no para hacer daño al Gobierno, sino a los ciudadanos». ¿De verdad que nadie lo podía prever, Sres. Pérez, Rodríguez y Blanco? ¿De verdad que el objetivo era «hacer daño a los ciudadanos»?
Millones de españoles se quedaron sin vacaciones, Pepiño se puso la medalla que buscaba con ahínco (se habló incluso de que podía suceder a Rodríguez) y los tres tenores sacaron pecho y nos contaron lo bien que habían solucionado la papeleta declarando el estado de alarma, hecho insólito en democracia, y mandando a las torres y centros de control con mucha parafernalia y publicidad a unos pocos controladores militares, que claramente no estaban preparados para la tarea, y a unos militares que vigilaban con gesto serio al controlador sentado ante su pantalla de radar sin tener muy claro si lo que veían en ella era un juego de marcianitos o aviones con mucha gente dentro.
No hace falta decir que los españoles, entusiasmados, aplaudieron a rabiar. Se habían quedado sin vacaciones -como le pasó a mi hermano y a su familia que estuvieron cuatro horas dentro de un avión y en vez de a Londres se fueron de vuelta a casa- pero estaban encantados porque el Gobierno «se había cepillado a los controladores». Sarna con gusto no pica.
Así las cosas, espero que aunque sea lo que les pide el cuerpo los pilotos no entren al trapo que les están tendiendo. Pero mucho me temo que el guión es idéntico y que unos artistas de la ingeniería financiera que nada más llegar se subieron el sueldo el 56% http://tinyurl.com/3e9246d y que ganan una pasta, están buscando repetirlo con ellos con la excusa de que salen muy caros.
Y si se tercia otros harán lo mismo con los pilotos de Air Europa y Air Nostrum si se ponen farrucos. De hecho ya lo están haciendo: en Air Europa tras 35 jornadas de huelga -convocada, igual que en Iberia, por la externalización de sus vuelos- han despedido a 260 trabajadores, entre ellos 45 pilotos.
En Air Nostrum las cosas no pintan mejor con la aplicación de un ERE temporal. Pero mientras que reducción de la masa salarial de la plantilla es de un 10%, la de los pilotos es del 25%. Aviso a navegantes.
En fin, que sería la misma jugada: a base de putearles conseguimos que los pilotos exploten, se van todos a su casa y -como temían tanto Astérix y Obélix- el cielo cae literalmente sobre sus cabezas. Muerto el perro, se acabó la rabia. Y aunque nuestra aviación comercial quedaría relegada al nivel del Aeroclub de Burgos, los pilotos tendrían su merecido y la gente estaría encantada. Al menos hasta que se dieran cuenta de cuando, con quien, en qué condiciones y a qué precio iban a volar otra vez.
Sin embargo, el gozo en un pozo, siento decirles a los más entusiastas que no tardarían en ver a los odiados pilotos volando en Vietnam, China, Sudamérica o en el Golfo Pérsico, donde se rifan a profesionales de alta experiencia y listos para volar, como lo prueba el hecho de que cada semana sus compañías vienen a pescar pilotos en este magnífico caladero que han descubierto, caladero que promete ser aún más rico.
Sí, ya se que aunque te paguen el doble es muy duro tener que emigrar, pero si en tu compañía y en tu país no te queren no queda más remedio que hacer la maleta.
En cuanto a los trabajadores de tierra, desgraciadamente lo van a tener mucho peor en un país que va camino de los seis millones de parados, pero al parecer ese es un daño colateral que las luminarias que están detrás de todo esto dan por amortizado.Y más aún cuando los afectados no dicen ni pío, o lo que sea que dicen las avestruces.
Sin embargo hay quien sí que lo ve venir, como estos de CNT y CTA que ven muy claro que el lobo viene de verdad: http://iberia.cnt.es/13-laboral/56#.T48NW8AgDaM.twitter
Del pastón en impuestos y cotizaciones a la SS que los pilotos dejarían de pagar en España parece que nadie se acuerda, pero ya hay mil pilotos españoles trabajando en otros países y si se van dos mil más algo se notará en la hucha común, que no está para muchas alegrías, digo yo.
En fin que no les aburro más y les dejo con este magnífico artículo de Oscar Molina http://elextrados.blogspot.com.es/2011/02/trabajadores-privilegiados.html en el que explica magistralmente el problema que este país tiene con los privilegiados. Es un problema que a mi juicio requiere atención psiquiátrica masiva y urgente. No se lo pierdan.
http://blogs.periodistadigital.com/hablandoenplata.php/2012/04/19/entrar-al-trapo
Sobre el autor Enrique Zubiaga
Nací en Bilbao y soy vasco -y por lo tanto español- por los cuatro costados.
Con 20 años decidí seguir los pasos de mi abuelo, un pionero de la aviación que apareció en Guecho, Vizcaya, en su artefacto volador procedente de Londres en el año 1913… y no llegó a la playa, donde le esperaba la banda de música y todo el pueblo. Mi abuelo se fue al agua (cosa que era bastante normal en aquellos tiempos) y tuvo que nadar, con un queso que traía de Francia para mi bisabuela. El capó de su avión, con el agujero por donde salió el pistón, lo doné recientemente al museo de la Fudación Infante de Orleans, que con enorme mérito se dedica a restaurar aviones antiguos.
Mi abuelo voló hasta los ochenta años y yo sólo llevo volando 34. Actualmente soy comandante de una compañía aérea, pero para llegar hasta aquí tuve que emigrar y trabajar muy duramente: estuve seis años en Estados Unidos y Méjico.
En EE.UU. enseñó a volar a mucha gente, incluida mi mujer, pero antes fregué muchos platos, aparqué coches, trabajé de camarero y también de cocinero, con bastante éxito por cierto, como buen vasco.
También volé el reactor privado de un millonario en México, donde nació mi hija mayor.
Ya de vuelta en Bilbao di clases de vuelo, remolqué carteles de publicidad aérea, hice fotografías y rodé películas desde una avioneta, para acabar encontrando trabajo en una compañía charter a la que vi quebrar poco después… y vuelta a empezar.
En treinta años he vivido en Menorca, Florida, Monterrey, Carolina del Norte, Bilbao, Mallorca, Madrid… Toda la vida con la familia de un lado para otro y con el petate al hombro.