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«Prohibido leer ese blog»: cuando la empresa intenta acallar todas las críticas

Héctor G. Barnés. El Confidencial. 21/12/2012

¿Hasta qué punto puede y debe una empresa controlar la información a la que acceden sus empleados? Es la pregunta que plantea la reciente prohibición por parte del todopoderoso Bank of America de la entrada de sus trabajadores en el blog de actualidad económica Zero Hedge. En él se han publicado un gran número de entradas que aluden directamente a las prácticas del banco, como aquel en el que se señalaba en el propio titular “cómo el Bank of America destruyó el fútbol americano” o una serie de artículos completamente destructivos con las prácticas de la segunda entidad bancaria estadounidense.

Unos textos que también ha puesto de manifiesto, como ocurrió en uno publicado el pasado mes de septiembre que anunciaba que, para fin de año, la entidad despediría a 16.000 de sus trabajadores, los problemas que afectan a los propios empleados de la entidad. Aunque la información fuese publicada en medios de todo el mundo, el despiadado tono del artículo en el que se señalaba que “aunque los accionistas del BAC puedan estar felices durante unas horas ya que se han reducido costes (aun a expensas de las ganancias futuras), el principal afectado vuelve a ser el contribuyente”, seguramente haya sido la gota que colma el vaso.

Por ello mismo, tras la vaga excusa de “proteger el banco y su información”, se ha decidido “impedir el acceso a páginas que ocasionen ciertos riesgos al banco”, como es el caso del activista blog –cuyas entradas vienen siempre firmadas por un tal Tyler Durden, nombre del protagonista de El club de la lucha– desde los ordenadores de la empresa. Lo cual, como han señalado muchos analistas, no impide que los empleados lo hagan desde su hogar o a través de una gran infinidad de otros medios. El propio blog, que goza de buena reputación como fuente de información entre analistas a pesar de su visión activista y lindante con el movimiento Occupy Wall Street, ironizaba sobre dicho veto señalando que quizá, si uno compraba stock del Bank of America, se le levantase la prohibición.

Varias preguntas surgen a partir de esta anécdota: ¿Se puede limitar el acceso de los empleados a la información sobre la firma? De todas formas, ¿tiene alguna utilidad o causa el efecto totalmente opuesto al perseguido? Y por último, ¿cuáles son las implicaciones morales de este tipo de decisiones?

Prohibiciones e inmoralidad

Desde el lado del trabajador, la hipotética prohibición de que este acceda a determinada información en cualquier ámbito es una “intromisión en la privacidad” en toda regla, como señala el psicólogo especialista en trabajo Iñaki Piñuel. Además, considera que recomendar a un trabajador que no acceda a determinadas páginas no es tan sólo improductivo, sino también peligroso, ya que puede provocar entre los empleados la sensación de que la empresa que les ha contratado quiera ocultarles información sobre su situación y sus formas de trabajar. Piñuel indica que es “una estrategia totalmente equivocada”, ya que produce “un efecto mimético a la inversa”, es decir, empuja a los trabajadores a investigar qué es aquello cuyo acceso se les está negando. Además, el profesor de la Universidad de Alcalá recuerda que es mejor encajar las críticas con deportividad y que el derecho a crítica debe ser respetado, siempre y cuando no traspase los límites del respeto o se convierta en difamación.

Un gran número de noticias recientes señalan que un cada vez más empresas están llevando a cabo prácticas que entran en conflicto con las libertades del trabajador. Por ejemplo, no sólo en algunas entrevistas de trabajo se solicita al empleado la contraseña de su cuenta de Facebook (algo no extendido, pero que ha ocurrido en algunas ocasiones), sino que más recientemente, con motivo de las elecciones norteamericanas, se reabría el debate de si una empresa puede obligar, o simplemente sugerir, a qué candidato debe votar. En muchas ocasiones, este tipo de controles o formas de gestionar la información no son tan explícitos, sino que se llevan a cabo de forma implícita o de facto, de manera que no salen a la luz pero son aceptados de manera tácita por los trabajadores de la empresa.

Un mundo sin fronteras

El psicólogo recuerda que seguimos viviendo en una sociedad donde “la prohibición es un tabú” y por lo tanto, cualquier intento de restringir su libertad sólo va a recibir una respuesta negativa. “Una de las máximas de nuestra época es ‘prohibido prohibir’”, por lo que este tipo de medidas, más que disuasorias o efectivas, pueden resultar contraproducentes. Además, dada la facilidad que se dispone actualmente para acceder a cualquier información gracias a la sociedad en red, es “como poner puertas al campo”, en palabras de Piñuel. Un reducto del pasado.

Asunto diferente es el derecho que cada empresa tiene para limitar el uso de aparatos tecnológicos, con el objeto de evitar las pérdidas de tiempo y que está contemplado en las leyes de casi todos los países occidentales. En España, una sentencia publicada el pasado octubre de 2011 por el Tribunal Supremo reconoce el derecho de la empresa a controlar el uso del ordenador por parte de sus trabajadores, así como a considerar procedente aquellos casos de despido en los que se empleen las herramientas informáticas “de forma abusiva o inadecuada”. Algo semejante ocurre en Estados Unidos, donde en la empresa privada, cada compañía goza de un gran poder a la hora de ejercer un control sobre sus trabajadores, ya que la Primera Enmienda alude en este caso únicamente a cuestiones relacionadas con la organización sindical.

Reforzando la idea contraria

La difusión de la noticia por medios que quizá no habrían hablado de las críticas realizadas por Zero Hedge al Bank of America si no hubiese llevado a cabo dicha prohibición demuestra que, tal como señala Piñuel, “no parezca ser una estrategia muy inteligente”. Tanto más cuando la mayor parte de blogueros se han manifestado de forma muy dura en contra de dicho veto, lo que puede hacer aún más daño a la imagen de la compañía. Como señala el profesor, dar relevancia a la página bloqueando su acceso es un error estratégico, ya que “lo más útil habría sido ignorarlo o restarle importancia, que es lo que dicta el sentido común”. Lo contrario provoca el llamado ‘efecto Streisand‘, nombre con el que se conoce a la repercusión completamente opuesta a lo buscado (la desaparición del mensaje) que provoca la ocultación de información. El término tiene su origen en la denuncia que la cantante Barbra Streisand realizó contra un fotógrafo que había tomado imágenes de su mansión californiana, y que provocó que dichas fotografías se publicasen en un gran número de medios de comunicación y en la red.

¿Con qué idea se quedará un trabajador de Bank of America tras ver impedido su acceso a dicha web? Por una parte, indica Piñuel, que “el banco no tiene los argumentos necesarios para responder a las críticas, ya que si así fuese, los habría ofrecido”. De esta manera, se da cierto pábulo a unas opiniones, aceptando de manera implícita su importancia. El profesor considera que siempre es mejor ofrecer el propio punto de vista, ya que de esa manera, se puede contrastar la información y al menos, “el trabajador se queda en el punto intermedio entre ambas informaciones”, otorgando el beneficio de la duda a la empresa contratante.

http://www.elconfidencial.com/alma%2Dcorazon%2Dvida/2012/12/21/prohibido%2Dleer%2Dese%2Dblog%2Dcuando%2Dla%2Dempresa%2Dintenta%2Dacallar%2Dtodas%2Dlas%2Dcriticas%2D111550/

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