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«España es la más corrupta de la UE tras Grecia e Italia»

Manuel Villoria. Foto: Mané Espinosa

Ima Sanchis. La Vanguardia. 1/2/2013

¿Es usted optimista?
No, según los datos del estudio de integridad institucional en España (proyecto europeo que mide la transparencia de las instituciones públicas), de la Europa de los Quince somos, tras Grecia e Italia, los más corruptos.

¿Medalla de bronce a la corrupción política?
Sí, sobre todo a nivel local. Tenemos un modelo bipartidista con poca democracia interna. Quien gana las elecciones tiene más diputados de lo que le correspondería. Y en los partidos, quien controla la cúpula controla a los militantes mediante las listas cerradas: quien quiera entrar…

… tiene que pasar por el aro.
Y quien se mueva no sale en la foto. Con la mayoría absoluta puedes destituir y nombrar ministros, controlar el Parlamento, el poder judicial, el tribunal de cuentas. Y tenemos una sociedad civil débil, que no puede ser muy crítica si quiere obtener fondos públicos, y los medios de comunicación, politizados.

Las grandes empresas también tienen que llevarse bien con el poder.
Eso explica los constantes nombramientos de expolíticos en consejos de administración de grandes empresas.

Al final tenemos una élite, siempre los mismos, que se reparte el juego.
Se está produciendo un modelo de políticos muy profesionales: gente que se integra en las juventudes de los partidos, hace carrera y vive en ese mundo de la lealtad y sumisión durante muchos años. Cuando llegan al poder quieren la misma lealtad y sumisión. Tienen una visión del poder patrimonialista: extraen fondos para dárselos a los suyos.

¿Nos enteramos de la misa la mitad?
Sí, España es el único país grande de Europa que no tiene ley de acceso a la información, pero incluso dentro de la misma Administración los departamentos no se pasan información, lo que conlleva mucha ineficacia.

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Amos o servidores.

Nuestros diputados, elegidos en listas cerradas, tienen más incentivos para responder a quienes los ponen en las listas (la cúpula del partido) que a los ciudadanos. La cúpula del partido debe muchos favores a los grandes empresarios y a los bancos; mientras, muchos alcaldes, que en nuestro país tienen un poder del que se sorprende el resto de los alcaldes europeos, quitan y ponen funcionarios y se llevan ese 3% de cada contrato que pasa por sus manos, tema pendiente en Catalunya. La diferencia esencial entre los políticos de los países menos corruptos, los nórdicos, y los nuestros es que allí se sienten servidores públicos y aquí se sienten los amos.

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Financiación de los partidos, otro lío…

En España, el 80% de lo que reciben oficialmente es dinero público. Con eso deberían tener suficiente, pero piden préstamos y su devolución en ocasiones ha sido a base de condonaciones. La pregunta es ¿a cambio de qué? Y luego está la gran pregunta.

¿…?
Todos recordamos lo del 3% (misterio por resolver) y ahora vemos como en el PP parece ser que había sobres. Lo del dinero de los partidos es una de las grandes fuentes de deslegitimación para nuestra democracia.

Según su informe, los ayuntamientos se las traen.
Es donde hay más corrupción. El urbanismo ha sido un método de financiación rápido y flexible, lo que ha desencadenado unos problemas de corrupción terribles.

Además de favorecer la burbuja inmobiliaria.
Hay prácticas asumidas que cuando las cuentas en Suecia, donde los ministros van en metro o en bicicleta, se escandalizan. Aquí los alcaldes están en los tribunales de selección y contratación de funcionarios y tienen potestad para despedirlos; eso es una fuente de nepotismo y clientelismo brutal. Vamos a ver si la ciudadanía reacciona, que es el gran tema en este país.

Nos hemos acostumbrado a la corrupción política.
Ese es el drama. Hoy en día para un juez es más fácil progresar si apoya la corrupción que si la combate. Y los periodistas independientes tienen muchas dificultades para informar de aquellos casos que podrían dañar el interés del propietario del periódico, que en gran medida son o partidos o los bancos.

Triste.
Sorprende que The New York Times publique que más de 40.000 millones de euros se estén defraudando en España, con nombre y apellidos, sobre todo de grandes familias y grupos determinados, y que nada de eso se publique aquí. Está todo muy controlado.

¿Por qué lo permitimos?
Mientras tengamos el sistema de listas cerradas gobernarán los que asuman el poder de los que controlan. Y así seguiremos hasta que millones de personas salgamos a la calle a decir basta, pero todos esperamos que salgan los demás primero.

¿Cómo se percibe a los políticos españoles en el resto de Europa?
No confían en ellos, los ven muy clientelares, con redes de poder y de influencia opacas: eso te da una idea del miedo que tienen a prestarnos dinero. Es doloroso estar con colegas internacionales. Me avergüenzo.

¿Alguna salida?
Una serie de medidas de impacto: modificar el sistema electoral, que refleje más la pluralidad de ideas; listas abiertas, democracia interna en los partidos, garantizar la independencia del poder judicial seleccionando a sus miembros por sorteo.

Buena idea.
Podrían gestionarlo sin dependencia de quien los ha nombrado. Hay que acotar el poder de los alcaldes, y tener un sistema que fomente la denuncia y proteja al denunciante, porque hoy día al periodista, funcionario o juez que se atreva a denunciar un caso de corrupción lo masacran.

http://www.lavanguardia.com/lacontra/20130201/54364969029/la-contra-manuel-villoria.html

EL INFORME


«Los órganos de control del gasto público se encuentran bajo presión de los partidos políticos».
 
«Las consecuencias de todo este modelo para el SNI no son positivas. La independencia de las instituciones se halla siempre en peligro, pues la presión de los dos grandes partidos, sobre todo del que tiene el gobierno, sobre el legislativo, el judicial (en menor medida) y sobre todos los órganos constitucionales y regulatorios es muy fuerte cuando se tocan sus intereses más preciados. La transparencia, por su parte, queda como una referencia más simbólica que real, pues dificulta la acción de gobierno, entendido éste como control y no como servicio».
 

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