Torre de control a 66 vuelos por hora
Marta Franco Palma 05.03.2016. Estudiar mucho y tener un poco de suerte en el momento decisivo eran los requisitos para ser becado y conseguir uno de los puestos de trabajo más difíciles y estresantes que se conocen: controlador aéreo. Pero hoy todo ha cambiado. Si cuentas con los 135.000 euros de los cursos te puedes olvidar, comentan Raúl Vega y Rafael Teijo, el controlador y el piloto de los sindicatos USCA y SEPLA que ayer abrieron a los medios las puertas de la Torre de control de Palma y explicaron algunos detalles de su profesión.
La Torre de control es la encargada de autorizar los despegues y aterrizajes en Palma, así como rodar aeronaves en tierra. Con la capacidad de cubrir lo que queda a la vista desde una altura de 52 metros aproximadamente, la Torre de control es capaz de dirigir un total de 66 aviones por hora, es decir, más de un avión por minuto entre despegues y aterrizajes.
Cuando los aviones alcanzan cierta altura es el Centro de Control el que se hace responsable de sus movimientos. En muchos aeropuertos, este centro no está en el mismo aeropuerto, ni tan solo cerca de él. La señal de radar es suficiente para controlar las aeronaves. Pero Palma no está dentro de esta grupo. El Centro de Control está en el mismo aeropuerto donde mantiene los aviones seguros por sus correspondientes aerovías en un radio de 51.000 kilómetros cuadrados.
Todo esto no podría llevarse a cabo sin los pilotos. Querer ser piloto también es una decisión difícil y, sobretodo, cara. Especialmente porque no hay ninguna universidad pública que ofrezca estos estudios, explicó el piloto de líneas aéreas y vocal de técnica y seguridad en vuelo, Rafael Teijo. «Conozco gente que ha tenido que hipotecar su casa para poder obtener todas las licencias», añadió Teijo. «Ser piloto no solo es pasar el reconocimiento médico y las formaciones requeridas. Es una profesión definida por el compromiso y pasión, pero todo pro viene acompañado de algún contra. Ser piloto es reencontrar a personas, salvar vidas o cuidar la naturaleza pero también exige pasar mucho tiempo fuera de casa, perderte los primeros cumpleaños de tus hijos o sus famosas funciones del colegio», comentó.
«Cada día 25 me dan la programación del mes», explicó Teijo. A partir de ese momento, se sigue un protocolo muy riguroso antes de cada vuelo. «El piloto firma unos quince papeles antes de que los compañeros de la Torre autoricen el despegue». En tierra se pueden solucionar todos los problemas, en el aire no, apuntó. «La comunicación con los controladores es muy importante, son ellos los que nos ayudan una vez arriba», añadió Teijo.