España: un premio para la vergüenza

REDACCIÓN 9/3/2016.   Leemos con estupor, y por qué no decirlo, también con cierta vergüenza ajena, que la Comisión Europea ha galardonado a España por los cambios originados desde el año 2010 para «mejorar» la gestión del tráfico aéreo y cumplir con los objetivos marcados por la propia Comisión. Lo que el Ministerio de Fomento denomina, en otra no menos vergonzante Nota de Prensa, la «gestión del cambio ordenado».

Tan ordenado que tuvieron que liquidar por Decreto un Convenio Colectivo legal y absolutamente negociado, poco antes de que los negociadores cerraran el siguiente. Tan ordenado que sometieron a los cerca de 2000 profesionales que velan por la seguridad de nuestros cielos a una histórica lapidación pública, plagada de mentiras constantes que los medios de comunicación tragaron sin rechistar. Tan ordenado que más de la mitad de los controladores aéreos españoles están afectados por algún tipo de secuela psíquica e incluso física derivada del linchamiento público brutal al que fueron sometidos. Tan ordenado que desde la empresa se ha estado sometiendo durante todo este tiempo a estos profesionales a una política de acoso laboral, con turnos imposibles en los países de nuestro entorno, con descansos que no se cumplen, y saturaciones de tráfico que no se regulan adecuadamente.

Tan ordenado que después de generar más de 20 piezas de normativa legal nueva sólo para «someter» a este colectivo de trabajadores, tuvieron que cerrar el espacio aéreo español para tapar sus propios trapos sucios y tejemanejes porque, al final, no les daban los números. Tan ordenado que fuimos de lejos el país en el que más cuasicolisiones se produjeron en el año 2010 (nada menos que 47), muchas producidas por la fatiga mental de unos trabajadores que, pese a encontrarse a la vanguardia de la élite mundial en preparación y formación, no logra encontrar su sitio en una empresa y en un Ministerio que les odia. Datos de seguridad aérea, por cierto, que ENAIRE no ha vuelto a enviar desde entonces.

Tan ordenado que, después de liberalizar la formación inicial para conseguir el título, convirtieron lo que era una beca de estudios en un negocio para unos pocos amiguetes en los que se piden muchos miles de euros a unos alumnos que han dejado de acudir, ya que la inmensa mayoría de las promociones están en el paro y sin posibilidades de contratación.

Tan ordenado que privatizaron una serie de torres de control, algunas a favor de empresas de dudoso origen, expulsando a los controladores de dichas torres y dejando allí a otros bajo las peores condiciones laborales de los países de nuestro entorno.

Esto, y no otra cosa, es lo que ha premiado la Comisión Europea. Un esfuerzo ímprobo y sin duda exitoso para demostrar que los trabajadores, y los derechos laborales en general, les importan bien poco cuando se dedican a hacerse trampas al solitario para cuadrar unos números y unas políticas que nada tienen que ver con los principios bajo los que se supone que tendrían que operar las instituciones europeas.

Enlace al Premio de la Comisión Europea (en inglés)

Nota de prensa del Ministerio de Fomento