¿Cómo perder el miedo a volar?
El ejemplo de esta directora de calidad y medioambiente de una multinacional no es un caso aislado. A pesar de que el avión es el medio de transporte mas seguro -o uno de los más seguros-, muchas personas, como ella, continúan sintiendo miedo a volar y la perspectiva de subir a bordo se convierte en un auténtico tormento.
Atacar los miedos
Aunque cada caso es distinto, los síntomas de la aerofobia son comunes en los que la padecen: hiperventilación, aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración excesiva, alteraciones digestivas, angustia… En definitiva, señales habituales que se manifiestan en la mayoría de las fobias. Por lo tanto, para superarlas, es fundamental trabajar la forma de pensar y conseguir así que el temor deje de ser el origen de la ansiedad.
Existen diversas fórmulas para abordar el problema en un abanico que va desde los cursos on line a la experimentación con simuladores, pasando por sesiones combinadas de teoría y práctica en vuelos reales. En cualquier caso, y a tenor de los resultados, uno de los más efectivos es esta última modalidad.
Alfonso de Bertodano, psicólogo especializado en fobias y comandante de Air Europa, es el responsable de Perdiendo el Miedo a Volar , un programa multidisciplinar de Blue Takeoff Consulting por el que han pasado centenares de alumnos, entre ellos, Montserrat Velasco. El curso, de dos días de duración y que se realiza desde Madrid, Barcelona y Palma de Mallorca, ataca el miedo a través de una eficaz metodología cognitivo-conductual. Los participantes reciben conocimientos técnicos sobre aeronáutica y, lo que es más importante, adquieren herramientas para reducir la ansiedad.
En la primera de las dos sesiones, profesionales del sector, entre los que se encuentran técnicos en ingeniería aeronáutica, controladores aéreos, auxiliares de vuelo y pilotos, explican aspectos sobre aviación y pormenores de su trabajo. Desde por qué vuela una aeronave a cómo se organiza un vuelo, los profesionales van desmitificando ideas preestablecidas. Sin embargo, de Bertodano advierte que “sólo con los conocimientos no se quita la ansiedad”.
En la segunda jornada, los participantes embarcan rumbo a Palma de Mallorca en un vuelo comercial de Air Europa pilotado por el propio Alfonso de Bertodano, algo que les ofrece una seguridad adicional. Es la hora de poner en práctica la teoría. Durante los viajes de ida y vuelta, examinarán la eficacia del control de su ansiedad en tiempo real a través de técnicas de biofeedback , que analizan la eficacia respiratoria y el funcionamiento del ritmo cardíaco. Si lo consiguen: prueba superada.
La recompensa
Enfrentarse al miedo requiere, en opinión del responsable del curso, “un gran esfuerzo y mucha motivación, porque el miedo está instaurado en nosotros y no es fácil convencerse de que puede desaparecer”. Sin embargo, lograrlo es la gran recompensa de los participantes.
Montserrat Velasco, inicialmente reacia a cualquier iniciativa, reconoce que hizo el curso a instancias de su marido. “Estaba totalmente convencida de que explicaran lo que explicaran no me serviría de nada, pero no podía estar más equivocada”. Tal es el éxito de su experiencia que “el verano pasado cogí ocho aviones. Ya no sudo ni sufro. Ahora lo que hago es practicar la técnica periódicamente, por que el miedo a lo desconocido ya no existe y he aprendido a disfrutar controlando mi cuerpo” concluye.
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Vicente Pavía también asistió al curso inducido por sus hijos. Reconoce que, a pesar de que su trabajo estaba relacionado con la aeronáutica, durante toda su vida ha evitado tomar un avión. “Más allá de un par de vuelos en puente aéreo a principios de los años 80, de los que no guardo buen recuerdo, no fui capaz de volver a embarcar”, se lamenta. “Mi ansiedad me ha hecho perder la posibilidad de viajar por todo el mundo -añade-, pero hice el curso en enero y ya he viajado a Canarias. Ahora mi objetivo es Sudamérica”.
En su primer vuelo en solitario, Pavía siguió la recomendación de sus formadores: “embarqué el último y me presenté a la tripulación. Me acogieron muy bien y durante todo el trayecto me sentí muy protegido”.
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Lara Ruiz, a quien le encanta viajar, en cambio, decidió inscribirse en el curso a finales de 2014 por iniciativa propia ante la imposibilidad de coger un vuelo. Hacía tres años que no se atrevía a hacerlo. “La última vez, tuve que cancelarlo porque creía que me iba a morir”. Sin embargo, un año después, había realizado 22 vuelos. “Hacerlo ha sido la mejor decisión de mi vida. Alguna vez he tenido un poco de ansiedad, pero he sabido controlarla y ahora me atrevo incluso a viajar sola”.