Así es la sala en la tierra que controla el cielo
La labor de estos trabajadores consiste en ordenar el tráfico aéreo contactando desde sus puestos con los pilotos una vez que el avión abandona la pista del aeropuerto hasta que aterriza de nuevo o entra en otra zona de control. En España hay tres centros de tránsito aéreo: en Madrid, Sevilla y Barcelona.
Los controladores, que deben observar atentamente en los monitores el trayecto de las aeronaves trabajan siempre de dos en dos: uno hace las funciones ejecutivas y el otro las planificadoras. Identifican los vuelos que se acercan a su zona en el monitor y contactan con ellos para ordenarlos, indicar la altura a la que deben volar y autorizar despegues y aterrizajes. «Esto requiere la capacidad de tomar decisiones rápidas, mantener la calma bajo situaciones de presión y una buena visión espacial, entre otras cosas», explica una controladora de Torrejón a El Huffington Post.
Los monitores, a primera vista, parecen máquinas simples. Pero hay que tener en cuenta que contienen información de hasta 2.000 vuelos al día que pueden pasar por territorio nacional. Las fichas de progresión de vuelo se acumulan en las mesas y se utilizan para garantizar que se tiene toda la información. «Si el monitor algún día falla, al menos sabes que tienes las velocidades y los datos de los aviones en las fichas», explica uno de los profesionales. En estas fichas viene indicada toda la información que aparece en el monitor sobre los aviones y sus trayectos.
Según cifras del Ministerio de Fomento, en España hay unos 2.400 controladores aéreos, de los cuales 2.000 aproximadamente realizan tareas operativas, mientras el resto desempeñan labores de diseño del espacio aéreo y procedimientos, labores de gestión, formación y estudios de incidentes, entre otras.
En el momento en que algún avión entra en la zona que se está controlando, estos profesionales deben contactar con él e identificarlo. Así, irán indicándoles la altura a la que deben permanecer y los cambios que deben hacer en sus recorridos para evitar el choque entre aviones y asegurarse de que la nave llega a su destino. Cuando un avión cambia de zona, debe contactar con la torre o el centro de tránsito de la siguiente.
Aunque el control civil y militar de aeronaves son servicios distintos, ambos se tienen que poner de acuerdo y compartir la información para coordinarse y que ninguna nave se quede sin identificar. «Es un trabajo fatigado y con mucha responsabilidad», explica uno de ellos, «hay mucha información y tienes que tener muchas cosas en mente a la vez».
La sala de los controladores no es la única del centro de Torrejón que parece salida de Matrix. En otra sala controlada por dos personas se encuentran todas las máquinas y torres que hacen funcionar a los monitores utilizados. Aunque el lugar es más pequeño y sólo requiere la atención de dos profesionales que se ocupan de que nada falle, es igual de importante que la primera sala.
Dejando la fascinación y el agobio iniciales a un lado, aquél que visite y descubra el trabajo que se hace en las salas de tránsito aéreo, no volverá a coger un avión con los mismos ojos.