«Top Fly quebró mi sueño de ser piloto y me dejó una hipoteca de 90.000 euros»
«Un curso de piloto de helicóptero, el que yo hacía, es carísimo. Tuve que pedir un préstamo, y la quiebra de Top Fly me condenó dos veces. Una, porque no pude sacarme la licencia. Y dos, porque me impidió poder volver a la aviación, que era mi sueño. Con los sueldos actuales no podría pagar el crédito», lamenta a Crónica Global.
Jiménez, de la promoción 32 de la academia, se toma el desmoronamiento de la antigua escuela con filosofía. «Es como si hubiera invertido en un negocio y hubiera salido mal. Y trato, igual que los demás, de pasar página», aclara.
EAS Barcelona
La entereza del joven de 33 años tiene una enmienda. La herida abierta por Top Fly vuelve a sangrar por EAS Barcelona, una nueva academia que, dicen abogados y exalumnos, tiene la misma cúpula que el centro quebrado en 2011.
«Sólo pido dos cosas: que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) examine la viabilidad económica de las escuelas de vuelo. Que no haya un nuevo ‘caso Top Fly'», prescribe.
«Y dos, que la Fiscalía —a quien los exalumnos han entregado un escrito de queja— se ponga en nuestro lugar. EAS la forma la misma gente e incluso los mismos trabajadores que Top Fly. ¿Por qué deberían poder abrir un centro de formación si hundieron uno hace cinco años y tienen dos sentencias en contra?»», indica.
Judicializado
En efecto, dos autos judiciales han concluido que Jorge García y Veguín y su hermano deben devolver 4,77 millones a 81 estudiantes de la fallida escuela. En 2012 y en 2014, los magistrados resolvieron en favor de los alumnos perjudicados por el cierre repentino de la escuela de aviación, que la pareja de emprendedores había traspasado a un liquidador cuando su situación financiera era muy delicada.
«Me gustaría saber cómo han conseguido el dinero para reabrir otra escuela. Sea quien sea el inversor, sólo pido que no vuelva a ocurrir», zanja Jiménez.