Ex-piloto de Ryanair: «Muchas normas de seguridad se las saltan a la torera»
La semana pasada pudimos leer en EL MUNDO una entrevista al piloto español que ha puesto en jaque al gigante del low-cost Ryanair al haber provocado una diáspora de pilotos hacia Norwegian Airlines, la pujante compañía rival que trae de cabeza a sus competidores desde que comenzó su actual proceso de expansión, lo cual ha generado la cancelación de miles de vuelos y ha dejado en tierra a cientos de miles de sus clientes.
Una de las frases de dicha entrevista pareció pasar desapercibida al estar el artículo centrado en las malas condiciones en las que trabajan los pilotos en la compañía irlandesa, pero entre los profesionales de la aviación está dando mucho que hablar y que pensar: «Muchas normas de seguridad se las saltan a la torera«.
La sospecha siempre ha sobrevolado alrededor de la compañía de Michael O´Leary, en tanto en cuanto su política de costes extremadamente ajustada y las rotaciones permanentes siempre han parecido no ser suficientes para ofrecer los precios que ofrece a menos que alguna de las normativas que encarecen los vuelos en general y retrasan las rotaciones de los aviones se esté cumpliendo de manera algo más «laxa».
Así lo han denunciado tripulantes técnicos y de cabina a lo largo del tiempo, si bien es verdad que dichas acusaciones se han encontrado con la garantía por parte de las autoridades encargadas de la inspección de aviones y aerolíneas de que Ryanair cumple con todas las exigencias tanto técnicas como de seguridad para operar sus vuelos.
En el año 2012, después de una gran tormenta sobre Madrid, tres vuelos de la compañía irlandesa desviados a Valencia tuvieron que declarar emergencia por falta de combustible, revelando la presión que sufrían sus pilotos para cargar la menor cantidad de combustible posible por parte de la Dirección de la aerolínea. Ryanair tuvo que cambiar dicha política ante el escándalo generado.
Pero quizás lo más preocupante es la gestión de Recursos Humanos de la aerolínea, con pilotos bajo «contratos atípicos», teniendo que costearse hasta el agua, y sin sitio donde dormir cuando algo en la apretada programación de rotaciones no sale como está previsto. En la misma entrevista al diario EL MUNDO, el piloto español lo saca a la luz: «Mi compañero me contó que llegaron a Berlín y se averió el avión. Como no podían arreglarlo, en vez de llevar a un hotel a toda la tripulación, los dejaron durmiendo en la oficina de Ryanair en el aeropuerto«.
Quizás sea el momento de vigilar más de cerca a la compañía irlandesa, sus entramados societarios, sus contratos «atípicos» y sus políticas de personal, y obligarla a pasar auditorías de seguridad más frecuentes en los aeropuertos de destino, aunque sólo sea para que después ningún piloto, asociación o ex-trabajador de la compañía pueda decir: «os lo dije».